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martes, 26 de abril de 2016

¿QUÉ HARÍA HOY DON QUIJOTE CON LOS MOLINOS?

¡Subirse! Porque… - ¿Ves allí? - amigo Sancho-. Pienso asaltar aquellas pantagruélicas aspas que campean en el horizonte y bracean aventando aspavientos y espantando las sombras caliginosas de la ignorancia. Y bien parece que me inquieren y me avisan de que, a lomos de ellas, bien podríamos caminar y aventurarnos a hombros de gigantes. - ¿Qué gigantes? –dijo Sancho Panza. - ¡Sí, amigo! La ciencia, una empresa de la que Chéjov dijo que había más amor al hombre en el látigo de estos gigantes -la electricidad, en dar luz a las gentes, en explicar el mundo-, que en la castidad que pregonan aquellos dos bultos negros, que parecen dos cuervos croajando. - Mire, vuestra merced, que son dos monjes observantes de Santo Domingo de Silos, que fue lucero de gran luz y amante de las letras, pues como caballero no ignora -y yo lo aprendí en "Wikipedia"- que un claustro sin librería pareciese a un castillo sin armería. Presto se dispuso Don Quijote a poner en efecto sus pensamientos –que eran ligeros como el viento- con los que llenar su hacienda y olla, y se los llevó a un "e-book", o a un “blog”. Vamos, a una bitácora –amigo Sancho-, que es así cómo ahora se llaman los libros. Y ya no son los censores quienes los castigan con la pena del fuego. Son los lectores, o los “referee”, en los pocos de los críticos. Porque si el vulgo los tiene por gusto y los lee por buenos, mejor se gana de comer con los muchos - con el "pop", con lo “kitch”-, que con la opinión de cuatro discretos que los entienden. ¡Ah! Y ya no se queman, sino se descargan, se borran o se desinfectan. ¡Acuérdate de los diez mandamientos, amigo Sancho! Porque hoy del mucho escribir y poco leer a las gentes se les ha secado el cerebro, perturbado el juicio y están más solos que nunca -proseguía sermoneando-. Se comunican con tuits, con tomaduras de pelo, pero pocos saben que las golondrinas trisan o minuran, o que los halcones plipian, o que la lechuza de Minerva cutubía… - ¡Ay, el saber! - amigo Sancho. ¿Sabes que tu rucio magila o rebuzna, o que los cabrones mitan? –inquiría-. Y no basta en estos tiempos con ser literato, o guerrear contra los moros, pues ya no hay Bestiario de Don Juan de Austria sin científicos naturalistas o idealistas como no hay arroyo sin manantial, pues al final de nuestros días todo el amor estará puesto en el conocimiento. Y así, fatigado de estos pensamientos, cavilando, se fue nuestro Quijote a la academia de forofos, digo al bar. Allí verá a otro gigante que también gira, que rueda: el balón, la superficie más pequeña que encierra más sueños. Y aunque Borges diría que el fútbol es una aventura intelectual de estólidos, no hay otra universidad popular como la cantina para licenciarse en estos menesteres… El rector de aquel templo del saber era Evaristo, un socarrón merengue que lo regentaba con su hermana, Severina. Evaristo, el oficiante, decía que la mujer hasta los 16 era agua destilada, a los 25 “champagne”, a los 35 licor, y de 40 a 100 aceite de ricino. . ¡De gasoil es mi esposa, mi linda caleña! Es lenteja, como una caracola, pero con ella me enamoré de la Física y aprendí, definitivamente, que el tiempo es algo relativo –replicó alguien que devoraba el partido con los ojos, como jugándose la vida. -¡Mira, James, de tu país! –Otro colombiano, dijo Evaristo balanceándose por la barra-.De repente se detuvo y comenzó a batir los dedos por el mostrador, como tecleando un piano. Parecía ansioso por el resultado. Balbució algo: -¡Emeterio, tú tienes la culpa! Emeterio era un viejo que siempre sonreía con los ojos entornados y las manos en los bolsillos. ¡Cabrón! –Le espetó. Llegó el cojo en una moto. Alguien dijo: - ¡Ya viene el Feo! ¡Calienta, que vas a salir! –Le saludaron. Epi y su hermano se detuvieron en la puerta del bar y levantaron la mano. Si no les saludo no se van –apuntó Evaristo. A un fumador compulsivo le sonó un Nokia. “¿Digi?” –respondió con sorna increpando a los espectadores. - ¡Goooool, gooool de Cristiano! – sifló la televisión como una sierpe. ¡Fútbol digital, amigo Sancho! Porque el fútbol es un milagro, como la literatura. Es el espejo del mundo que nos transporta al territorio de la infancia. Y para terminar llegó el pitido final, el acabamiento del embeleco: mientras la cabeza me da vueltas y bailan las sensaciones, edito este cuento que, a buen seguro, tendrá entretenidos a desocupados lectores. VALE

lunes, 26 de octubre de 2015

ÁRBOL DE LA VIDA. HERBARIO

Este otoño estoy disfrutando de un libro, “Orígenes”, que se ha presentado recientemente en Burgos. Aunque debería ser más propio de la primavera, pues tres científicos de la talla de Alberto Fernandez (Físico), Carlos Briones (Bioquímico) y José María Bermúdez (Antropólogo) nos deleitan con un ensayo que narra la historia del universo, la vida y los humanos. Compartimento, metabolismo y replicación serían ideas básicas para definir la vida, nos dice Carlos Briones viajando al pasado, como lo hiciera Charles Darwin con su estrategia “bottom up”, de abajo hacia arriba, comparando los genomas de seres actuales desde aquel último ancestro común universal (UCLA) del que provienen todos los seres vivos, incluidos plantas y animales. Pero el otoño es tiempo propicio en Burgos para contemplar las plantas, los frutos, las hojas… en fin, la deliciosa explosión de colores verdes, glaucos (verdemarinos), amarillos, ocres, marrones y hasta rojos. Así que he decidido, siguiendo mi propio consejo, hacer un herbario, coleccionar plantas o patrimonio vegetal de la zona del Arlanza. Hojas de árboles y arbustos de la zona: como el endrino o majuelo, símbolo de la esperanza y del que dicen era el palo de San José; el abedul, árbol elegante que marcaba el inicio del año para los celtas; o el acebo, también para fabricar bastones; la encina, testigo del paso del tiempo que nos proporciona leña, bellotas y trufas; y el olmo, herido de grafiosis... Junto con el nombre común, el científico. Y tengo espacio para las flores y la poesía, como cuando Campoamor escribió “La col y la Rosa”: Una col en un cercado / probaba a una rosa bella / que era tan buena como ella / y aún de una tierra mejor / Mas aunque de cuna iguales / dijo un pepino: ¡Mastuerza! / ¿Dejarás tú de ser berza/ mientras que ella es una flor?

lunes, 13 de julio de 2015

QUIJOTE DEL ARLANZA 2015

Si prestan atención les contaré la inauguración del III Festival de Teatro de Cámara "Territorio Artlanza" con la entrega del Premio "Quijote del Alanza 2015" al dramaturgo José Luis Alonso de Santos. Un autor que no conoce la serendipia, o si la conoce las musas le encontraron trabajando pues nos sentimos acompañados por un hombre humilde, culto y el autor mas destacado del teatro nacional. Te atrapa su conversación y, mas que una comida en Lerma, asistí en su compañía a un banquete intelectual donde lo importante para mi no era el cordero sino la sopa de letras, donde cada bocado era una digresión y cada plato, salpicado de curiosidad, una tentación. Sí, pecado de gula por el conocimiento. Hablamos de la importancia del juego en los humanos, de esas ideas fuerza y vacuas como las de cultura, democracia,... de la actualidad, de Chejov, de ciencia -¡cómo me gusta su objetividad, rara en el mundo de las letras! Le regalé mi último libro de fútbol y él me firmó un librito suyo que yo había comprado en Avilés en 1985, cuando disfruté de una beca "Fundación Empresa Pública" para el estudio del alcoholismo. El librito, de la colección Escena, era la adaptación que Alonso de Santos hizo de una obra de Arthur Miller "Panorama desde el puente". Dicen que leer teatro es como escuchar música leyendo una partitura y aunque más tarde los relatos me atraparon, en aquella época me interesaban todos los géneros. Por la noche, al finalizar la velada tomando unas cervezas en la terraza del bar "El Bardal" nos regaló una frase,o mejor, una reflexión y un homenaje al castellano. Nos dijo: ¡Qué bién habláis todos! ¡Que música tienen vuestras palabras! ¡Cómo entonais! Gracias José Luis. Ésto dije en la presentación: Buenas noches. Gracias a todos ustedes por su presencia y atención. Bienvenidos. Por las relaciones fraternales e intelectuales que mantengo con mi hermano Félix este diletante médico tiene el honor de presentar la entrega del galardón que prologa el III Festival de Teatro de Cámara “Territorio Artlanza”. Festival que Félix organiza con “El Duende de Lerma” y que se celebra en este humilde e incomparable marco del Corral de Comedias Felipe-Segundo, que como ya sabrán no lleva el nombre del rey de España sino el de mis queridos abuelos. Se trata del premio “Quijote del Arlanza 2015” que este año ha recaido, merecidamente, en un maestro del teatro, en un actor, director, autor y profesor vallisoletano, de Castilla y León, por lo tanto de una tierra de autores Universales. Se trata de D. José Luis Alonso de Santos, el autor más destacado del panorama del teatro español. El premiado es Licenciado en Ciencias de la Información y en Filosofía y Letras y Catedrático de escritura dramática. Ha sido director de la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y Director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y nombrado, en 2014, el primer presidente de la Academia de Artes Escénicas de España. Alonso de Santos participó hasta los años setenta como actor y director en grupos de teatro independiente hasta que estrenó su primera obra ¡Viva el duque, nuestro dueño! - En los ochenta estrenó “El Combate de Don Carnal y Doña Cuaresma” y en 1981 “La Estanquera de Vallecas”, su primer gran éxito llevado al cine por Eloy de la Iglesia y que tendrán la oportunidad de verla representada este domingo por Farsa Teatro de Madrid. - En 1985 estrenó su gran éxito, “Bajarse al Moro”, también llevado al cine por Fernando Colomo y con el que obtuvo el Premio Nacional de Teatro 1986. - Ya en 1995 estrenó “La sombra del Tenorio” monólogo que hoy nos representará El Duende de Lerma y “Dígaselo con Valium” que mañana nos presenta el grupo Dédalo de Madrid. Un hombre nacido para el Teatro que ha dirigido más de 40 obras propias y más de cincuenta de autores clásicos, ha escrito novela, relatos y ensayo José Luis Alonso de Santos cultiva la Tragicomedia, un teatro ameno entre la melancolía y la esperanza, con sentido del humor y con sensibilidad social. Utiliza un lenguaje natural –sencillo y elegante, que diría Chéjov-, que sirva para comunicarse, herramienta para el conocimiento, que es para lo que sirve el lenguaje. Y escribe sobre ese afán del hombre por sobrevivir, por estar en el mundo con esas servidumbres y pequeñas cosas de la vida cotidiana frente al destino, ese vasto paisaje de nuestra existencia. Dice ser un espía que mira con objetividad las causas de la gente corriente, de perdedores, de personas en paro, en crisis –vivos retratos humanos-, pero él no quiere ser un gurú, un cura, ni maestro, ni juez, aunque al final redime a sus personajes narrando sus problemas. José Luis ha sido galardonado con numerosos premios, El Nacional de Teatro en 1986, el Tirso de Molina, Medalla de oro de teatro de Valladolid, y el primer dramaturgo Premio Castilla y León de las Letras en 2009. En 2013 ha donado a la Fundación Jorge Guillén su fondo documental. Y hoy, este dramaturgo, con su excepcional carrera profesional, ejemplo de sencillez, dedicación y pasión por el Teatro, nos honra aceptando este “Premio Quijote del Arlanza 2015” dando así esa brillantez particular, la de una estrella, a la que premiamos en este espacio de arte, de imaginación y de pasión. Con ustedes un autor que se identifica como un indomable Quijote que se ha dedicado en cuerpo y alma al teatro y que merece todo nuestro respeto y reconocimiento: D. José Luis Alonso de Santos. Gracias

jueves, 25 de junio de 2015

EL MARCO DE BURGOS

Hoy les hablaré de un libro… En realidad de un libro de quien fuera el médico de Felipe II, Francisco Valles de Covarrubias, “El Divino”. Fue la última obra del médico rachel y la única escrita en castellano (queda un único ejemplar en la Biblioteca Nacional). Me refiero al “Tratado de las aguas destiladas, pesos y medidas de que los boticarios deben usar por nueva Ordenanza y Mandato de Su Majestad y Su Real Consejo. Francisco Valles. Imprenta de Luis Sanchez. Madrid 1592. Biblioteca Nacional de Madrid, Sección Raros y manuscritos, Sig. R/276”. La historia cuenta que el rey Alfonso X “El Sabio” había hecho traer a Burgos el marco de Colonia, cuyo peso estaba fijado en 8 onzas, para que sirviera de regla o estándar de medida de peso. Pero fue con los Reyes Católicos cuando aparecieron las primeras ordenanzas específicas para boticarios sobre metrología farmacéutica. El marco de Burgos era igual al marco romano, que usaba el sistema decimal para los números enteros pero el sistema duodecimal para las fracciones. Por ejemplo, un punto en una moneda significaba la doceava parte de un as, también denominada “uncia” u onza. Posteriormente los Reyes Católicos normaron que el vino y la miel debían medirse en cantaras, que equivalían a ocho azumbres. El pan, las legumbres y la sal en fanegas, equivalentes a 12 celemines. Resulta que “El Divino”, como buen médico humanista renacentista, indagó en las fuentes de la antigüedad clásica y vio la necesidad de explicar un problema de pesas y medidas que había aparecido en la Edad Media en los textos de la Escuela de Salerno, el único reducto cultural cristiano que seguía un sistema de pesos y medidas diferente al romano. Debido a ello, según Valles, se modificaba la acción de los medicamentos elaborados. Arriba se presentan en la tabla las equivalencias de las medidas de peso, que provenían de los romanos, expresadas en “granos”, “lens” o “primus” (de trigo) en la que un marco de Burgos equivalía a 8 onzas o lo que es lo mismo que 4608 granos. Los romanos usaban como medidas de superficie las del trabajo (1 yugo= 1 día de trabajo); como medida de longitud el pié, equivalente a 16 dedos o 4 palmas, y como medidas de capacidad el “Modius”(8,754 litros), el “Sextarios” (0,547 litros) y la “Hemina” (0,274 litros), que era la cantidad de vino que la Orden de San Benito permitía beber cada día a los monjes. Vale

viernes, 19 de junio de 2015

LA BURGATI. La ciudad de las tres noches

Si prestan atención les contaré mi intervención en la última feria del libro en Burgos en la que tuve la ocasión de presentar en el Salón Rojo del Teatro Principal la última obra del autor burgalés Jesús Toledano. Buenas tardes. Gracias a todos Uds. por su presencia y atención. Quiero decirles que me siento afortunado y quiero agradecer al editor de Gran Vía, Eduardo Munguía, haber propuesto a este humilde y diletante médico para la digna e inmerecida tarea de crítico literario, la tarea de presentar la última novela del prolífico escritor burgalés Jesús Toledano Escribano, ya consagrado en esta firma editorial y un escritor marcado por el destino pues lleva el oficio en el apellido. El autor regresa a la feria con este nuevo título, con el idiolecto La Burgati. Cuando en estos días el paleontólogo Juan Luis Arsuaga acaba de documentar en Plos One el primer crimen de la humanidad en la Sima de los Huesos va Jesús Toledano y eclipsa la noticia con "...se han escrito varios crímenes en Burgos". Y quiero felicitarle por esta novela de género policíaco. Una obra ambientada en el Burgos ochentero -la operación Burgati-, un thriller de suspense que apela a la razón para resolver el misterio de los asesinatos de la vía. Y nos lo cuenta no al estilo desgarbado de Peter Falk, el Teniente Colombo de la escuela americana sino al estilo de la vieja escuela inglesa de Sherlock Holmes (de Sir Artur Conan Doyle), esta novela urbana, deductiva, recurre al arquetipo de un joven inspector que llega de Madrid, Roberto Orestes, pavoneándose de juventud, de triunfo, de amor por lo intelectual, para resolver el enigma, las tinieblas y las angustias que se ciernen en la ciudad del frío, en una ciudad de provincias, en La Burgati. Para ello se acompaña de un Watson burgalés, Rubén Macías, un policía recién llegado al cuerpo que puso nombre a la operación y que confiesa haber sido rescatado de la droga en su juventud por su novia gracias a que quedaban, siempre, a las ocho en Garden. Una novela que desde el punto de vista de la estructura alterna en sucesivos capítulos los personajes protagonistas de los sucesos de la vía y la vida crepuscular de una maestra, Beatriz Pinillos, a punto de jubilarse en el Colegio Apóstol San Pablo de Gamonal. Con esta alternancia nos va llenando de expectativas y ya no se puede dejar de leer la obra hasta el final. Comienza el relato en el Monasterio de San Pedro Cardeña convertido en prisión de brigadistas internacionales. Paisaje nevado y Gustav, un sabueso nazi que rastrea en busca de un fugitivo polaco fugado ante la mirada de Vallejo Nájera que concilia el dogma y la ciencia en busca del gen rojo. ¡Y hasta aquí puedo leer…! Jesús Toledano hace gala en las más de cuatrocientas páginas de un estilo depurado y de una riqueza gramatical en el que abundan las descripciones y la precisión de las palabras: balastos –le corrige Orestes a la Juez , ¡se llaman balastos, no piedras-! Una novela muy visual, cinematográfica, no en vano las novelas policiacas se popularizaron gracias al cine y en este sentido hay guiños a Hitchcok en los últimos pasajes de la novela en el Hotel, el anciano de cabello blanco –que no se sabía si era hombre o mujer- y la silla que se mece y también un guiño a Tim Burton pues varios pasajes nos recuerdan a “la novia cadáver” con esa estética de “cultura Emo”, gótica, de literatura de misterio y atracción por la muerte. Y la novela está impregnada de pop. El relato transcurre en la atmósfera ochentera de Burgos, entre la “jarana” – Toledano utiliza este término-, entre esa poética de un paisaje urbano de la “movida” de aquella ciudad de provincias protagonizada por grupos de rock, por los cines, por el fútbol, por individuos solitarios, por tribus urbanas, por guetos, por extremistas que no han salido del armario y apalean a homosexuales, por locales de moda, por tugurios, por bares como HIFI, por la estética de yonkis con bate de béisbol, por policías modernos y otros de faria y gatillo fácil. Y, cómo no, por chicos con gomina, por baloncesto, y por coches, muchos coches: un cuadro pop repleto de: Tálbot Horizón, de Mil quinientos negro, de una pareja que se besa en un SEAT Ritmmo, de un Chrysler 180, del Peugot 505 del comisario. Y de tiendas, y de gamonal –donde nos dice todos van en chándal-, de tardes de domingo y fútbol cuando ellos leen el as empezando por detrás y permanecen pegados a sus parejas –se refiere a los transistores. En fin, Jesús Toledasno nos dibuja con maestría el pálpito de una ciudad alargada, un autor que se adentra en la novela –seguramente en aquellas imágenes de la celosía metálica de la cubierta del Polideportivo el plantío, donde el inspector cree ver al asesino, y que estoy seguro va a conquistar el corazón de los lectores pues nos transporta a todos a ese territorio de la Burgati, ochentero y pop. Gracias Jesús por regalarnos-metafóricamente- este libro.

lunes, 8 de junio de 2015

UN EQUIPO DE PRIMERA

El pasado 6 de junio de 2015 agradecí sinceramente la presencia de todos cuantos me acompañasteis, en el salón de usos múltiples de Quintanilla del Agua, a la presentación de mi libro "Un Equipo de Primera", pues dignificaba la celebración del CINCUENTENARIO de nuestro equipo de fútbol: el R.C.D. QUINTANILLA EL AGUA. Y ésto dije: Comienzo con los agradecimientos, las deudas y con un temor. - En primer lugar quiero agradecer a todos su asistencia y su atención, al Sr. Alcalde- que se despide deportivamente y en un acto popular, como a él le gusta-, a los patrocinadores, jugadores y ex jugadores, colaboradores del equipo y, especialmente, a mi editor y corrector Eduardo Munguía, de Gran Vía, autor del prólogo- mejor del panegírico- e instigador de este libro, pues fue quien me lanzó esta iniciativa y, claro, uno – a quien le gustan los retos difíciles y quien, además, pensó ¡de fútbol y medicina todo el mundo opina!- se propuso contar las emociones, los sueños y la historia de este humilde equipo que en 2015 conmemora su cincuentenario: el R.C.D. Quintanilla del Agua. Teníamos la historia y las ganas de contarla y aquí está el fruto de este empeño. - Deudas con mis amigos, con ex - jugadores, con mi hermano félix -con quien compartí los sueños del equipo-, mis hijos -que me soportan la afición- y sobrinos, especialmente Israel (érase un hombre a un balón pegado, que diría Quevedo), icono y capitán de esta actual generación “Google” que ha colaborado estrechamente en la elaboración del libro, y a todos con quienes más cerca he compartido recuerdos, fotografías… pues sin ellos no hubiera podido reconstruir esta historia. Perdón a David Santamaría (Pana), que no sólo se conforma con lesionarse en el último minuto del partido sino que va y se cae del índice de autores. Nombrar especialmente a Rafa Martinez por todo el material que me aportó de aquella época dorada del club federado; a José Miguel Lozano, por su labor bibliográfica de la época del Trofeo de la Diputación, a José Miguel Merino (Charro) por sus ánimos y por los recuerdos que nos evocan sus álbumes de La Casera (privilegiado él, quien no tenía problemas de cromos repetidos), a Talleres Santamaría y a Dominguín, por su tradicional patrocinio, a Francisco Tabera, a José María Alonso (Cubero) por los materiales y recuerdos aportados, a los entrenadores (a Lolo y a Manolo, los dos últimos) y a Lorena Magdalena, la primera mujer con responsabilidad en el equipo (es la actual Delegada del Equipo), una mujer con carácter y carisma. - Y un temor. Porque he escrito acerca del equipo, de personas, y siempre subyace un temor: el de convertir a las personas en personajes. Así pido perdón si en algunas expresiones, ironías o licencias literarias he convertido en personaje a alguien, pues sin personajes no hay historia y sin historia no hay libro. Personajes como cuando me refiero a Chencho y a su capacidad de elevarse por encima de los demás, quedar suspendido en el aire como un helicóptero para después rematar certeramente a la portería contraria. O cuando hablo de Viteri, quien corría con tal vehemencia que había que avisarle que se había terminado el terreno de juego… o aquellos puñetazos al aire desde la banda de Félix Alonso. Conmemoración: aunque oficialmente el C.D. Quintanilla se federó un 27-12-1978, es difícil establecer los orígenes del fútbol en nuestro pueblo. Pero presumimos de aquella foto seminal que protagoniza la portada del libro, en sepia, la del equipo en las fiestas de la Santísima Trinidad de 1966, considerada como el primer cumpleaños del club, con aquella indumentaria camisola blanca y pantalón azul, -por cierto, igual que los primeros colores del Atlétic de Bilbao- colores elegidos por la escasez de aquellos años pues eran los colores más baratos para teñir los tejidos. Dedicatoria: el fútbol es una analogía de la vida; esfuerzos, sentimientos, sueños, solidaridad…Un retorno a ese territorio de la infancia, un retorno a la nostalgia (nostos) porque… ¿Cómo explicar a un niño lo que es la felicidad si no es lanzándole una pelota? El libro he querido dedicárselo a un protagonista especial: el balón, la superficie más pequeña que encierra más sueños. Un balón que para quienes somos viejos para jugar al fútbol, pero jóvenes para olvidar, siempre será una tentación. El fútbol genera metáforas y analogías de la realidad. No sólo es un juego, también es el deporte más popular y así mismo un espectáculo de estrellas. Pero “Nothing is impossible” en este "beautiful game" y, como en la vida, ocurren contingencias, enfermedades, accidentes… en el fútbol ocurre lo inesperado. Este mismo año hemos alcanzado la gloria en el último partido de la primera fase y hemos quedado a las puertas del averno en la segunda fase. El fútbol es también una analogía de la literatura, donde caben todos los géneros y todos ellos son importantes y todos podemos escribir. En el fútbol pasa igual, todos podemos jugar -lo difícil es jugar bien-, cada uno según sus posibilidades ayudando al equipo. Y he querido seguir esta metáfora para nombrar los 11 capítulos del libro: desde el género de la comedia y el sainete, con aquellos amistosos y torneos de fiestas, hasta el género mayor de la novela, como cuando nos federamos en la temporada 1978- 79 y militamos en segunda y en primera regional, hasta ese otro género menor, el cuento, como ese Trofeo de la Diputación en el que actualmente competimos o la biografía, de nuestro jugador más ilustre, y hasta el fútbol femenino, ese otro género chick-lit o literatura para mujeres. Hay capítulo para la poesía, aquella de los goleadores del equipo que diría el cineasta Pier Paolo Pasolini, para la literatura infantil y juvenil –la de las promesas, que las hay-, la crónica o ese último índice de autores, los auténticos protagonistas - los más de doscientos futbolistas que hemos vestido y defendido los colores del equipo. Aquí os presento la historia de un modesto club de provincias desde aquella generación “Beatles” de los años sesenta con aquellos colores del Zaragoza o hasta aquellos otros del Barsa, hasta esta generación del 98, la generación Google, heredera de los colores verdes y rojos que han caracterizado nuestra indumentaria. Más de 210 jugadores han vestido nuestros colores, 14 padres, 4 familias de 4 hermanos y 6 familias de 3 hermanos que son los verdaderos autores y protagonistas de este libro. Aquí os dejo este libro que nos identifica, un libro para compartir momentos felices que nos transportan a nuestra infancia y que sirven de homenaje a todos aquellos que han protagonizado la historia de nuestro club, el RCD Quintanilla del Agua. No me preocupa cuantos lean el libro, sino quiénes lo leáis. Por último, perdonad que se me olvide desear suerte a los seguidores culés en la final de la Champions de esta tarde y suerte entonces a la selección española femenina de fútbol que comienza esta semana el campeonato mundial. ¡Ah! Me encantó el regalo inesperado: unas botellas de Viña el Fraile firmadas por los jugadores y una camiseta del Sporting Bauto con mi nombre y el 59. Sí el número de mi generación, a caballo entre la generación Beatles y la generación pop.

martes, 18 de noviembre de 2014

THE BLACK SWAN. EL AZAR Y LA FALACIA NARRATIVA

Somos ingenuos pavos inductivistas que necesitamos de narraciones, de categorías, de simplificaciones… y esto nos hace vulnerables. El hombre maneja mal el azar pues banaliza lo que es frecuente y enfatiza lo que es raro. Además piensa mas en la causalidad que en la casualidad (la serendipia; vamos, la chiripa). Y es por eso que inventamos historias “a posteriori” para que los hechos tengan una causa. Pero el mundo –complejo- está lleno de incertidumbres y está impregnado de azar. El azar en matemáticas, en estadística, es predecible; en física manejamos sucesos determinísticos y estocásticos, en biología se estudian mutaciones o también simples asociaciones estadísticas (que no son factores de riesgo o causales). Pero un suceso que no sea predecible –que no pertenezca a la curva normal "mediocristán" sino a “extremistán”, nos dice Nassim Nicholas Taleb-, que sea altamente improbable, es un “cisne negro”(cygnus atratus). Además estos sucesos producen graves consecuencias –por ello es mejor precaverse de ellos mediante el pensamiento contrafactual, es decir, pensando en sus consecuencias mas que en su probabilidad de ocurrencia. Por último, a estos sucesos siempre buscamos una narración explicativa (11S, 11 M, Internet, el incendio del Yuso o el de Campofrío…). Porque la narración (el mito) es mas antigua que la filosofia y, como cuando se nos rompe un calcetín, enhebramos hechos e historias para ordenar la realidad, para dar sentido a los acontecimientos retrospectivamente. Nuestro cerebro adquirió evolutivamente la capacidad de tomar decisiones rápidas con la mínima información. Información que cuesta adquirir, almacenar y procesar. Por eso el cerebro elige las historias, porque son mas fáciles de recordar y de vender. En fin, que todos los hombres somos filósofos, porque tratamos con ideas o conceptos, pero esta semana en un ataque de hipersensibilidad filosófica me enfrasqué en una discusión epistolar sobre filosofía de la ciencia con mi hija Lara. Una hora estuvimos argumentando por Whatsapp sobre los métodos en economía –la ciencia lúgubre, le llegué a decir en el acaloramiento de la batalla dialéctica. Sí, porque nos dice que no hay nada gratis-. Le recordé que Nassim Nicholas Taleb, el autor de “The black swan”, critica a historiadores, sociólogos y economistas porque pecan de verificacionistas, porque creen que pueden predecir, porque sufren de esa imperiosa necesidad de buscar una explicación, de encontrar un patrón lógico en los hechos que estudian. Pero con estudios observacionales no pueden aspirar a explicar, a encontrar causas. Así que mas humildad intelectual Socrática, más modestia –le dije a mi hija. Y este asunto duele a científicos sociales como Hayek quien critica como cientifismo a ese exceso de confianza en los métodos de las ciencias naturales. Vamos, que mi hija me llamó petulante así, de sopetón, y por extensión a todos los de ciencias. Pero son honrados otros métodos de conocimiento –le dije- como el arte o la religión. Y las ciencias sociales pueden y deben utilizar el método científico en el estudio de los fenómenos sociales. Pero para ser científico no basta con observar o contar. Hace falta ser objetivo y plantear hipótesis que puedan ser falsadas pues si esto no es posible ocurre como con la religión, que quedarían fuera del ámbito de la ciencia. En demasiadas ocasiones quienes estudian la condición humana (la ciencia se define por el método no por el objeto de estudio) buscan con frecuencia causas, narraciones –con el riesgo de caer en la falacia narrativa- para buscar la etiqueta de “científico”, lo que les confiere prestigio o respetabilidad. Pero no basta con que los sociólogos o antropólogos redescubran que es inmoral vivir sin casa o que la segregación es mala para la integración escolar. Para influir en las políticas públicas hace falta demostrar que se obtienen peores notas en pruebas estandarizadas. No vale con decir a un juez o a un político que lean a Dickens, o a Weber. Por todo ello me ha resultado extraño esta semana leer en un medio a una antropóloga que preconiza que las ciencias sociales deben “interpretar” a la luz del método científico (cuando lo que la ciencia trata es de explicar), o que “es preciso hacer preguntas e imaginar la realidad”. Pero esto es el arte –diría Unamuno.

martes, 28 de mayo de 2013

TRATADO DE MELANCOLÍA URBANA

Y Seguimos con la poesía -aunque ya dijimos que corren tiempos mas propicios a la tragedia-. Si prestan atención les contaré cómo presenté este viernes 24 de mayo, en la Sala Polisón del Teatro Principal de Burgos, la última obra poética de un compañero médico, el pediatra Carlos de las Heras Santos. Gracias a todos Uds. Por su presencia y gracias al editor de "Gran Vía", Eduardo Munguía, por la consideración que ha tenido al contar conmigo en este acto en el que Carlos de las Heras nos presenta su nueva creación “Tratado de melancolía urbana”. Suelo decir aquello de Félix de Azúa, que a los artistas solo alaban los amigos y familiares. Pero yo esta tarde quiero decir que presumo de ser colega y amigo de Carlos de las Heras, de este médico escritor o escritor médico entusiasta, vital, apasionado, y que me llena de orgullo, que es un privilegio, poder glosar la aventura poética, de hacer un juicio estético de la obra de un autor como Carlos que transita hacia ese territorio de la imaginación, de la memoria, de la infancia, hacia el pasillo verde de la infancia –nos dice en su poema “El Espejo”. Porque… ¿Hacia qué otro lugar, si no, iba a mirar un pediatra? Él, que goza del privilegio de tener dos infancias: la suya y la que vive con su profesión. Y ya que disfruto de este inmerecido privilegio, este diletante crítico literario que les habla ha pensado que la intervención debía girar en torno a dos ideas: una, la expresión, otra, el contenido –ambas muy unidas en el caso de la poesía. Respecto de la expresión, del género lírico, destacar el vínculo, el lazo íntimo, la comunión que existe entre poesía y medicina, entre literatura y ciencia y, sobre el contenido destacar el efecto que la poética de Carlos de las Heras tiene en los lectores, el protagonismo de los lectores. Unos lectores que impregnados por su poética, de sus ideas y actitudes, sienten el desasosiego. Temas con los, estoy seguro, muchos de nosotros nos vamos a identificar. Con “Tratado de melancolía urbana” Carlos da un giro eficaz a su temática. De una poesía bucólica de su última obra “Los Cabreros” (poemas que añoran su Arcadia cacereña en Santa Cruz de Paniagua) da paso a una poesía desarraigada, mas social, igualmente humana, en la que primero nos describe la realidad incierta y nos invita a la reflexión para, después, seducirnos, persuadirnos a vivir esa aventura poética que consiste en cambiar el mundo con palabras porque sabe que éstas son el camino hacia la libertad. Y volviendo a la idea central de esta intervención, nos preguntamos o le preguntamos a Carlos: ¿Por qué un médico poeta nos regala estos poemas? ¿Por qué siente esta necesidad de la poesía? -¿Acaso por su interés por todo lo humano? -¿Acaso por la intensidad de sus experiencias vitales en su quehacer diario tratando con el sufrimiento, el dolor, la soledad… -temas de la literatura universal-, en fin, temas que tocan los momentos más vulnerables de la vida? -¿Acaso, nos preguntamos, ha elegido el lenguaje, el mundo de la fantasía, como catarsis, como refugio en estos tiempos de incertidumbres, de desasosiego, de desarraigo, sin fronteras, sin límites? - ¡Carlos, cuéntanos si es así! Si la medicina es tu raíz, tu cuerpo y la poesía tus alas, tu alma; si la medicina es tu esposa y la poesía tu amante –parafraseando a Chéjov-. La ciencia y la medicina nos explica el mundo real con palabras pero tus palabras, tu poesía dirige una mirada profunda a comprender esa realidad. ¿Cómo es la poesía de este “Tratado de la Melancolía”, de Carlos de las Heras? Ya decía Roland Barthes que no importaban las intenciones del autor para interpretar un texto pues la poesía captura esas verdades universales de la condición humana. En efecto, la poesía es el espejo donde se refleja el hombre. Se desvanece el autor y aparece el lector: ¡Veréis como os identificáis en estos poemas de Carlos de las Heras! Poemas sin florituras, imaginativos y potentes, que diseccionan lo cotidiano: la compleja realidad humana. -Son poemas químicos pues nos inundan de dopamina, ya sabéis, esa droga del enamoramiento que nos conmueve como en “Elegía del somier”, aliado de la noche, para el amor, el sueño y el descanso…-nos dice- que se achatarra y que, ya viejo ruidoso, acaba desterrado como cerca. O en ese otro “Pretérito Perfecto”, ese tiempo claro y blanco de la infancia, de los recuerdos de una mesa cubierta de un hule con mapa… o en esa veta pasional, instintiva y erótica de los poemas en los que se refiere a la anatomía y a la fisiología: “Colinas blandas” y “Mi compra semanal”. Después llega el plato fuerte, Tras el Saqueo. Es el lema con el que nos explica el contenido de la obra. -En “Fauna urbana” Carlos escarba con la imaginación –nos dice- esculpe con palabras, esa imagen del metro de Madrid con las gentes ajetreadas como “arenques en una caja cilíndrica”. -Dos poemas nos hablan del dolor del tránsito, de las encrucijadas de la vida: de la hostilidad de lo desconocido en “Primera guardería” y de esa tangente que toca la curva de la vida, que te hunde en “Cáncer de colon” (donde apela a la geometría y parece tomarse una licencia post-poética, a lo Agustín Fernández Mallo). En “Tráfico periférico” el gato bufa y corre como único testigo de la violencia de las drogas. Como veis: amor, vejez, erotismo, soledad, estrés, drogas… es la naturaleza humana, nuestra condición. “Es la vida humana…” –parece que nos dice a modo de eslogan. Al final del poemario Carlos nos redime con un poema a modo de Epifanía, de revelación, luminoso y esperanzador: “Será otra vez la Luz”. La poesía como motor de los sueños sin los que no se puede vivir. Cambiemos el mundo –nos dice- hacia un tiempo nuevo en el que otra vez será la luz entre nosotros. Y se despide mostrándonos el fogón donde se han cocinado estos poemas: la cocina está en los domingos de Miranda de Ebro. Y termino con ese poema que hará feliz a Danto: “Definición de arte”. Arte es aquello que un artista decide que lo sea. Carlos de las Heras ha creado esta lírica comprometida que quiere nutrir y alimentar nuestros cuerpos y almas. Gracias por cocinarnos este libro: poesía como elevada filosofía. Una cocina Aristotélica.

lunes, 6 de mayo de 2013

APUNTES DEL NATURAL

Amigo lector, un convento es un buen lugar para pensar y si prestas atención te contaré… Por fin había llegado el primer fin de semana de mayo, refulgente y propicio para la reconciliación con la naturaleza. Lo mejor, tomar unos apuntes del natural. Como jugábamos en Silos decidimos seguir la consigna de la Orden, unos a orar y otros al campo de fútbol, frente al Convento de San Francisco. Opté por lo primero, pues para un equipo de presupuesto asceta como el del C.D. Quintanilla del Agua éste es nuestro principal activo. Desde el atrio del recinto se divisaba la hierba del campo lista para la contienda, de un verde intenso sobre fondo azul y colinas cárdenas en el horizonte al estilo pantalla de Windows. Estaba pateada en las áreas, en forma de tonsura en el círculo central y mas que rasurada por las bandas –como los monjes cuando disputan los partidos en las noches oscuras-. Y por el exterior de las líneas de banda las “chiviritas” revoloteaban como espectadores alborozados por la inminencia del comienzo de aquel partido místico. Por un instante sentí la tentación de saltar al terreno de juego pero, de inmediato, me acordé de Wordsworth: “aunque ya nada puede devolver la hora del esplendor en la hierba… la belleza siempre perdura en el recuerdo”. Además el domingo tenía que correr la clásica antes llamada “Los Buitres” y ahora Mataviejas o Puentedura – Ura y no es cuestión, como me pasó a mi, que tú intentes convencer, a quienes nos animan durante el trayecto a terminar los diez kilómetros del recorrido, de que aquello es una carrera mata-viejos, o que les digas que ya pesan los años, porque te van a soltar, en un ataque de sinceridad, que lo que te pesan son los kilos. Vamos, que decidí pasar de aquellos tiempos épicos a estos otros mas líricos. Así es que desde el convento, aquella impresión primaveral -a modo de magdalena de Proust- me transportó al territorio de la infancia, de la felicidad. No sé cómo pero allí, sin apenas darte cuenta, quedas cegado por la luz de aquel lugar eterno, por la belleza sin abalorios de los montes, por el estruendoso silencio de las piedras, por el zumbido de las golondrinas que se afanan en sus requiebros; en fin, prendado de la naturaleza agreste, elocuente y persuasiva de estas tierras. Y os preguntaréis ¿A qué fin viene este prólogo sobre poesía popular? Pues porque de la misma forma que las imágenes esculpen nuestra memoria, quiero rescatar del desván de mis recuerdos la poesía de Eduardo Fraile Valles, el poeta que reconoce gozar de la dicha de poseer tres infancias: en Madrid, en Valladolid y en su pueblo, Castrodeza. Eduardo fue mi maestro en el cenáculo literario de aquellos días en los que yo presentaba mi libro de cuentos: “Briznas”. Y estuvo en Burgos el pasado jueves acompañado de Oscar Esquivias y de José Gutierrez Román. Presentó su cuarto libro “Ícaro and Co.” de, éste sí, su proyecto de siete libros “Apuntes del Natural”. Guardo con mimo y dedicación el ejemplar 290 de su anterior obra: “Y de mi sé decir”. Y ya que es preciso terminar con la prosa del día a día, y como nadie ignora que a los artistas sólo alaban sus amigos y familiares –que diría Félix de Azúa-, yo no quiero pasar por sospechoso y aquí dejo este apunte, este post pleonásmico, dedicado a un gran poeta que novela en verso con voz clara e intensa.

martes, 28 de junio de 2011

EPIDEMIOLOGÍA EN ESPAÑA: El fuego de San Antón




El "post" de hoy trata de un libro que acabo de releer; sí, un pequeño tesoro bibliográfico que conseguí en Burgos por esas casualidades de la vida. Se trata de "Epidemiología Española, o Historia cronológica de las pestes, contagios, epidemias y epizootias que han acaecido en España desde la venida de los Cartagineses hasta el año 1801", obra del médico aragonés Joaquín de Villalba y Guitarte (1742-1807).

Y...¿Qué importancia tiene este libro para un epidemiólogo?
Pues mucha, porque además del valor bibliográfico -quedan pocos ejemplares- está el valor sentimental y testimonial cuando tratamos de la Historiografía Médica Española, ya que la palabra "Epidemiología" se acuña por primera vez en España en esta obra de Joaquín de Villalba, en 1802.

Y...¿Cómo aborda el estudio de las enfermedades infecciosas?
Pues nos habla de pestes, lepra, tercianas y epidemias que asolaron nuestro pais. Y uno queda fascinado por el protagonismo histórico de estas enfermedades que son vistas como un proceso entre natural y divino que se repite cíclicamente. Se trata de una concepción fatalista e ignorante de las epidemias como fenómenos colectivos. El libro me recuerda a otro que compré en Madrid en 1989, "Plagas y pueblos", de W.H. MacNeill, aunque éste enfrenta el estudio de estas enfermedades desde la perspectiva del determinismo biológico -y es que todos sabemos que gérmenes y humanos interactuamos y coevolucionamos.

Y...¿Qué citas significativas en este libro se refieren a Burgos?
Pues yo destacaría dos: la primera corresponde al año 1067, cuando se funda el primer lazareto en Palencia auspiciado por el "zeloso patriota Rui Díaz de Vivar", El Cid Campeador, para contener los funestos estragos de la lepra. La segunda cita nos lleva hasta el año 1214, a Castro Xeriz, donde se funda el Convento de San Antón, esta vez para dar amparo a los enfermos del llamado Fuego Sagrado (ignis sacer), o por "anti-phrasis" Fuego del infierno o Fuego de San Antón, o ergotismo, enfermedad producida por micotoxinas del cornezuelo del centeno. La enfermedad es mas terrible que la lepra pues las extremidades van consumiéndose hasta desprenderse, lisiando y matando a los enfermos que solamente pueden rezar y llevar amuletos.

El cornezuelo del centeno (Claviceps purpurea)produce polipéptidos derivados del ácido lisérgico, alcaloides psicoactivos hidrosolubles y poco tóxicos, pero también ergotamina y ergotoxina, insolubles y muy tóxicas que provocan gangrena y abortos.
Los productos derivados del ácido lisérgico -recordemos que esta droga psicodélica, el LSD, fue descubierta por Albert Hofman en 1943- puede explicar las apariciones de brujas,, bailes de alucinados y procesiones de gente endemoniada y poseida en la Edad Media.
Este fin de semana un agricultor de Quintanilla del Agua me recordaba que durante una cosecha de los años sesenta su familia consiguió mas ingresos por el tizón -nombre del cornezuelo- que por el cereal, ya que las farmacéuticas lo utilizaban para elaborar medicamentos eficaces frente a las hemorragias post-parto.

lunes, 28 de diciembre de 2009

EL ZORRO Y EL ERIZO


La creatividad es un ingrediente común en las ciencias y en las humanidades. Y mucho de ella han puesto en el libro "Zorros, ciencia, erizos y literatura" , además de originalidad y empeño, David P. Barash (1946), psicólogo y zoólogo, y su hija Nanelle, bióloga. Su apuesta: ofrecer una visión Darwiniana de la literatura con la denominada "crítica biológica". Los autores vienen a decir que las grandes obras de la literatura nos subyugan y merecen tal distinción por ofrecer historias biologicamente verosímiles. Se afanan en recolectar y describir las pulsiones humanas de los personajes literarios y, mediante un razonamiento inductivo la mayoría de las veces, o por analogías -razonamiento deductivo- en otras , se dedican a hipotetizar sobre biología evolutiva decantándose, mayoritariamente, por la selección sexual. Nos hablan de Hipergamia en "Orgullo y Prejuicio", de Jeane Austen. Es la hembra quien busca buenos genes, cortesía y riquezas tras elaborados cortejos. En la "selección sexual" se produce un marcado dimorfismo sexual, como en el caso de mamíferos y pájaros - por eso somos capaces de hacer cualquier cosa por sexo: danzas, regalos, cortejos...-. En otro clásico, pero de la literatura chick-lit, en "El diario de Bridget Jones" de Helen Fielding, se ejemplifica esa búsqueda de marido ideal, esa elección de pareja con consecuencias reproductivas. Seguramente las mujeres no sean ni fatales ni angelicales - a pesar de aquella broma " Mi mujer es un Ángel, no tiene sexo"-, pero lo cierto es que existe base biológica para que los hombres sean mas celosos y posesivos que las mujeres. La razón para este doble rasero hacia la infidelidad: que todos los hijos de las mujeres son de ellas, pero no todos los hijos son de sus maridos. ¡Ah! Servidumbres de la fecundación interna. También nos hablan del Sindrome de la Cenicienta. ¿Quién dispensa cuidados a quienes no son sus crias? -se preguntan-.De ello infieren la mayor probabilidad de maltrato de quienes viven con sus padrastros.
Se refieren al Nepotismo, o tendencia a favorecer a los familiares, concebido como altruismo -basado en la reciprocidad del parentesco-.
Quizá el libro sea demasiado pretencioso y padezca de Bovarismo -confunda realidad y fantasía-, pues aunque los humanistas no puedan rechazar la visión objetiva de la ciencia, las cuestiones sobre religión, moral, arte etc... no pueden abordarse por el método científico. Esa consiliencia que predican entre ciencia y literatura ya fue propugnada por S.J. Gould con la metáfora del zorro y el erizo. El zorro -la ciencia- sabe muchas cosas; el erizo -las humanidades- sabe una cosa, pero muy grande. Y es que existen diferencias ricas e inevitables entre ciencias y humanidades - dejemos a éstas con su hermosa subjetividad-, por lo que no debemos caer en la falacia naturalista de Hume. Abstengámonos, pues, de pasar de los hechos a los valores, del indicativo así es al imperativo así debe ser.

lunes, 9 de noviembre de 2009

LETRAS DE CIENCIAS


Gracias a Caja Burgos y al Instituto Municipal de Cultura he podido publicar en 2008, en la Editorial Gran Vía, este libro: Letras de Ciencias. Se trata de un ensayo de divulgación de la cultura científica que me ha permitido contagiar la fascinación por el conocimiento. En la presentación del libro, y durante mi participación en el III Salón del libro infantil y juvenil de Burgos, las preguntas mas frecuentes han sido:
¿Es necesaria la ciencia?
La tesis del libro es considerar a la ciencia como parte fundamental de la cultura, rompiendo viejos esquemas como ciencias de la naturaleza versus ciencias de la cultura.
¿Y la imagen de la portada?
Es una de esas esculturas de vanguardia de mi hermano Félix, estilo "ready made", que representa a un viejo con bastón, una simbología de la ciencia como saber acumulativo que nos ayuda a comprender y a caminar por el mundo. Al estilo de aquella alegoría de Newton cuando dijo que si había podido ver más allá era porque iba a hombros de un gigante.
¿Cuáles son los temas y el objetivo de la obra?
Se presentan 24 artículos a modo de "collage" sobre biología, medicina, física... y sobre otras formas de conocimiento, como el arte y la religión, que también forman parte del equipaje intelectual humano. El objetivo, espantar la irracionalidad más allá de ese año 2007, que fue considerado el año de la ciencia en nuestro país. Y, visto lo visto, parece que se lo tomaron literalmente en serio. Vamos, que la ciencia en España es como los ajos, solo vale para el año. Como dijo Chéjov, ninguna literatura sobrepasa el cinismo de la vida real. En fin, que uno escribe para aclarar el conocimiento sobre las cosas y, si es posible, instruir deleitando.
El lector descubre a la ciencia como la gran empresa cultural de la humanidad.