viernes, 28 de febrero de 2014

DOCTOR: AMOR POR LA SABIDURÍA

En España ser doctor es cada vez mas popular pues uno de cada 600 habitantes somos doctores. En total unas 83.000 personas hemos alcanzado el más alto título universitario. En inglés a los doctores se les denomina PhD, doctores en filosofía, o lo que es lo mismo: "que sienten amor por la sabiduría". Y la mayoría no guarda relación con la medicina, aunque éste no es mi caso. Es decir, que a mi me ha tocado ser el doctor (MD) de mi pueblo (En la fotografía en la que aparezco junto a mi hermano Félix, aquella que nos hizo "el Hermoso" para el nostálgico banderín de la escuela, ya apuntaba maneras con los libros) . Esto es lo que dice la Encuesta del INE sobre Recursos Humanos en Ciencia y Tecnología. También nos dice que el 35% trabajamos en la Administración y el 43% como profesores. Y que, únicamente, el 15% trabajan en la empresa privada. En mi caso he tenido la suerte de alcanzar este título y pertenecer a ese 7% de doctores que sus padres no tenían estudios y a ese 4% de doctores que estudiaron el Bachillerato en un Instituto Público (Instituto Conde Diego Porcelos de Burgos). Quizá se necesite un mayor reconocimiento social para quienes emprendimos esa aventura personal y solitaria de crecer profesionalmente replanteándonos todo cuanto sabemos, desconfiando de lo establecido y aprendiendo de los errores. Ser médico exige que, además de ser profesional –ético por excelencia, que cuida-, ser un científico, tener actitud crítica, de sano escepticismo, que haga válida aquel díctum de la Royal Society: “Nullius in verba” (en boca de nadie). Debe el médico desterrar sofismas como el de autoridad, que significa creer en alguien por la solvencia de la fuente. Tenemos que reconocer dudas y desterrar falacias sabiendo que esto no va a mermar nuestra autoridad; por el contrario la acrecienta como decían Skrabanek y McCormick. Así es que se nos exige ser científicos y humanistas, conocedores de la psicología, de la cambiante complejidad de las técnicas diagnósticas y de la farmacopea, en un ámbito en continua especialización con delimitación de competencias y tendente a trabajar de forma interdisciplinaria. ¡Uff...!

sábado, 15 de febrero de 2014

AMOR, CIENCIA Y CULTURA








Lo confieso: he celebrado el día de los enamorados.
Sí, como un friki. Impelido por esa necesidad de enseñar cultura científica, de dar luz a las gentes, de explicar el mundo. Porque de amor se trata y no fue San Valentín quien lo dijo, sino Einstein: "al principio todo el conocimiento está puesto en el amor; después, todo el amor está puesto en el conocimiento". También lo dijo Anton Chéjov, quien aseguró que había mas amor al hombre en la electricidad que en la castidad. Así que nuestro día de los enamorados tiene como referente a Minerva, la diosa romana de las ciencias y las artes. Hija de Júpiter es la diosa del conocimiento y de la virtud. La podemos ver en un cuadro de Ignaz Stern (1679-1748) que recién visitó Burgos para posarse en la Casa del Cordón. En el cuadro la diosa posa con las musas de la pintura, la escultura y la arquitectura.
La ciencia es ese camino humilde que nos conduce a una vida mas amable. Pero son los científicos quienes han despertado el interés de la sociedad por esa gran empresa cultural de la humanidad.

Y tengo que hacer otra confesión: que no hay cultura, ni científica ni de la otra; y ya saben que sin ciencia no hay futuro... Si no creen lo que les digo lean lo que me sucedió el pasado domingo. Dos jóvenes turistas me abordaron en el edificio de correos de Burgos con una guía entre las manos. Justo en ese momento se celebraba el cross de San Lesmes y desfilaba ante nosotros un hormiguero colorido de abnegados corredores ahogados en un lago de silencio, roto tan solo por el volteo de zancadas jadeantes. Mi mente estaba disputando la carrera cuando, de sopetón...
- Señor, señor ¿El Mio Cid? - me inquirieron. - ¿Un restaurante? - interpelé
- No, no. Nos han dicho que es interesante ver en Burgos la escultura del Mio Cid.
- Pero... el Mio Cid es un poema y no está en Burgos -exclamé, afanado en dar luz a las gentes-. Me imagino que lo que queréis ver es la estatua del Cid. Allá está, al otro lado del puente. ¿La véis?
Ya puesto en la tarea de ayudar a las gentes a tomar decisiones informadas les sugerí que no dejaran de visitar a otro héroe burgalés, Miguelón -no el ciclista, precisé-, que vivía en una casa de grandes cristaleras que tenían al otro lado de la calle.
Y hablando de héroes; el joven químico Luis Moreno, de la Universidad Complutense de Madrid, visitó el pasado jueves la Universidad de Burgos empeñado en esta misma empresa de divulgar la ciencia. Discípulo de Bernardo Herradón es autor del blog "ehfdquimica". Nos vino a decir que un científico es un apasionado con tres misiones: investigar(desarrollo), enseñar y divulgar (d al cubo). Que lo primero es saber y, después, saber enseñar. Un aviso para aquellos con quienes debemos colaborar: periodistas y pedagogos.