martes, 14 de septiembre de 2010

EL ÁRBOL DE LA VIDA. La Imagen de los seres vivos


El pensamiento científico resurgió en el Renacimiento, momento en que se reivindicó buscar las causas de las cosas en la propia naturaleza y no en los dioses. Ésto es lo que viene a decir Stephen Hawking de la física en su anunciada obra "El gran diseño" -por cierto, una obviedad, pues en biología hace mucho tiempo que se olvidó el vitalismo (preguntar el por qué y el para qué)-. Solamente las herramientoa tienen finalidad; los seres vivos lo que tienen son funciones. Por eso la ciencia estudia el qué, el cómo funciona y el cómo llegó a ser.

La Medicina dominó el cultivo de la Biología hasta el siglo XIX (la anatomía de Andrea Vesalio, la fisiología de William Harvey, la teoría celular de Rudolf Virchow...). En la actualidad, la fusión de la genética con la bioquímica ha desembocado en la biología molecular.

La Biología de hoy aborda dos tipos de cuestiones: unas se refieren a cómo son las estructuras o los mecanismos de los organismos; es la Ontogenia. Otras interrogan sobre las explicaciones al por qué los organismos son como son, a los cambios secuenciales en las especies; es la Filogenia. Estas cuestiones tan relevantes encuentran respuesta en el Neodarwinismo, teoría que concilia la naturaleza discreta del gen (genética) con el gradualismo darwiniano (selección natural). Y, quizás, las mayores innovaciones biológicas se hayan producido más por el "chaparrón" del gen que por la "lluvia fina" de la selección natural.

¿Cuál ha sido la imagen y cómo se ha concebido al hombre y a los seres vivos?
René Descartes concibió al hombre como una máquina biológica a la que Dios dió forma y funciones, a pesar de ser pionero de esta revolución del s. XVII en la que ya se considera a la naturaleza sometida a las leyes deductivas de la matemática.

El cuerpo del hombre y su naturaleza han sido objeto de todo tipo de analogías y metáforas. Luis Lobera de Ávila imaginó el cuerpo en analogía militar, como un elegante y hermoso alcázar. También se ha concebido como un árbol invertido, con la cabeza representada por las raices, el tronco, y las ramas como extremidades.
Para el conjunto de los seres vivos Aristóteles imaginó escalas con el hombre en la cumbre. Las escalas de especies se han utilizado en taxonomía (Linneo) y en estudios de biología comparada, que concebían al hombre en una evolución de complejidad ascendente.

Comprender la fascinante historia de la vida necesita de la evolución. A partir de Darwin la historia de la vida se ha concebido como descendencia con modificaciones (por azar, mutaciones o selección natural).
En el árbol genealógico de la vida se ven relaciones entre especies: especies diferentes con ascendentes comunes. Los linajes evolucionan y se heredan las modificaciones. Pero evolucionar no significa mejorar o progresar. El ajuste (fitness), la aptitud, se refiere al medio, no al progreso. Hace cien años unicamente se hablaba del reino animal y del vegetal. Actualmente, el árbol de la vida, con tronco común, se representa mediante tres clados principales: bacterias,eucariotas y arqueas.

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