lunes, 19 de abril de 2010
A UN OLMO SECO
Es una suerte morir de viejo, pero las plantas también sufren y mueren de estrés, como la sequía -un musgo amarillento le mancha la corteza blanquecina, el tronco carcomido y polvoriento... que diría Machado-, o de accidentes, sean éstos intencionales o involuntarios, o bien de enfermedades crónicas como la malnutrición, y también, ¡cómo no!, de enfermedades infecciosas, como la grafiosis del olmo. Y digo ésto, en parte, por cuanto de nostalgia pueda tener esta carta de ciencia. Sí, por ese apego a las gentes y paisajes de Quintanilla del Agua. Uno de esos lugares emblemáticos era la olmeda de San Pedro (ver foto). Un paseo de sombras que nos llevaba hasta la fuente del mismo nombre, junto a la casa del Tío lucas. Hasta los años ochenta frecuentamos aquel lugar para vestir los casinos de fiestas con las ramas de olmo, que adornaban con aquellas hojas ovaladas, nervadas y de borde aserrado. Y he dicho bien, hasta los años ochenta, pues fue precisamente entonces cuando la llama del olmo quedó, como se dice, fría -pues arde mal y da mucha ceniza-.Una grave enfermedad, como una maldición, atacó a los olmos ibéricos. El agente responsable, un hongo, Ceratocystis ulmi, del reino fungi y de la división Ascomycota. Los hongos pueden presentarse como Mohos -hifas con crecimiento longitudinal- o como levaduras -redondas u ovaladas que se reproducen por gemación-. Normalmente los hongos se reproducen por esporas de forma sexual -mediante transición diploide, con meiosis-, pero también se pueden reproducir por esporas de forma asexual -por mitosis-; se dice entonces que son hongos de forma imperfecta.
¿Que cómo llega el hongo hasta los olmos?
Por un insecto , el coleóptero Scolytus scolytus, que lleva en sus alas las esporas. Este insecto barrenador infectará el tronco y las hojas. En un desgraciado mutualismo, el hongo se transporta en el insecto y éste se beneficia, a su vez, de una colonización más fácil.
Y decía maldición de esta enfermedad de los olmos porque fué el epidemiólogo Geoffrey Dean , recientemente fallecido en Dublín, quien sospechó -trabajando en Sudáfrica en los años cincuenta- que otro hongo, el hongo Histoplasma capsulatum, estaba detrás del mal de las cuevas y de la maldición de Tutankamon. El hongo crece como moho en excrementos de murciélagos y sus esporas pueden inhalarse. Al tener estado dimórfico puede crecer como levadura en los tejidos corporales. Otros hongos, como el género Aspergillus, se multiplica en restos vegetales y, por inhalación de esporas del medio ambiente, puede ocasionar hasta el 75% de mortalidad en pacientes inmunocomprometidos.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario