lunes, 12 de abril de 2010

NATURALEZA DEL ARTE: la cuarta dimensión.


No es casualidad que las reseñas sobre ciencia y tecnología ocupen las últimas páginas de los suplementos culturales; lo cierto es que el papel de la ciencia no trasciende socialmente. También es un hecho que las personas que se dicen cultivadas no muestran el menor interés por la ciencia, al tiempo que resulta paradójico que a los científicos no se les exija ser cultos. ¡Como si la ciencia no fuese cultura!
El conocimiento científico es universal, válido en todas las culturas, y no tiene connotaciones morales, pues hay quien achaca a la ciencia los males del mundo. La ciencia no deshumaniza; al contrario, tiene esa capacidad de la técnica de aplicar el conocimiento a la vida cotidiana de las gentes. Pasteur nos decía que la técnica es a la ciencia como el fruto al árbol.
Frente a este lenguaje de la ciencia, la carta de hoy nos habla del lenguaje del arte. ¡Eso sí, en primera página! La del diario ABC del 24 de junio de 1927. En ella se cuenta que Picasso -el inventor del cubismo- afirmaba, categórico, que en arte no hay evolución. Nos decía: "yo marcho, no evoluciono. En arte sólo hay presente. Los griegos y egipcios están hoy vivos". Para los artistas, cultivadores de lo bello -afirmaba- no existía lo natural ni lo real.
De alguna forma naturaleza y arte son opuestos. El arte es solo una ilusión de la verdad. Un imaginar la realidad, según Unamuno. Por eso Picasso decía que lo útil es lo que se encuentra, no lo que se busca.
Por el contrario, en ciencia, sabemos que lo importante es la pregunta de investigación ya que, quien no sabe donde va, casi nunca llega donde quería ir.
Pero, por otra parte, desde otra perspectiva, es preciso superar esta dicotomía entre las dos culturas de Snow, ciencias versus humanidades. Para ello, J Brockman nos habló de la tercera cultura, aquella en la que los científicos hablan directamente con el público. Y aún digo más, hoy ya se habla de la cuarta cultura. Una nueva dimensión en la que la sabiduría del arte se erigiría en la chispa o semilla del progreso científico. ¿Por qué digo esto?
Porque viene a cuento recordar las palabras de Niels Bohr , uno de los más importantes físicos de la historia -premio Nobel de física en 1922-, quien reconoció que para hablar de átomos era preciso recurrir al lenguaje poético. (También cultivó otra faceta: los hermanos Bohr jugaron con la selección danesa de futbol en 1908).
El mundo invisible de los electrones, que giraban -según dijo Bohr, mejorando el modelo atómico planetario de Rutherford- alrededor del núcleo en niveles, a la vez como partículas y como ondas, con frecuencias características de cada partícula... ese mundo, era un mundo cubista. Para Bohr el cubismo de Picasso triunfó porque rompía la seguridad del objeto, de la materia, de lo real. Así el arte se convertía en reveladora de fisuras. El electrón aparecería como aquella obra sobre las guitarras deconstruidas.
También otro físico, Feynman dijo que: "estiramos nuestra imaginación sobre cosas que no están para comprender cosas que están ahí."
Vamos, que la llamada cuarta cultura viene a decir que las metáforas, las analogías del arte, son una forma de conocimiento del universo.

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