jueves, 18 de febrero de 2010

¡QUÉ LECHE!


Aunque la ciencia es cada vez más determinante en la vida de los ciudadanos, los medios -sean éstos audiovisuales o escritos- no favorecen su difusión. Por esta razón se nos exige a los científicos el deber de comunicar los conocimientos e imbuir de pensamiento científico a la sociedad - si de verdad se quiere que la ciencia forme parte de la cultura.
Además, escribir un libro, mantener este blog, o colaborar con la prensa no puntúa en mi carrera profesional (si ya no cuentan las actividades que realizo, ni la investigación, ni la docencia... ¡cómo va a puntuar la divulgación!).
Entonces...¿Por qué persevero en el ejercicio?
Pues por dos razones: la primera porque siento que la divulgación forma parte de mi trabajo y, la segunda, porque la labor me sirve para aprender a organizar mis propias ideas.
Dicho ha quedado que no es tarea fácil comunicar la ciencia, pero ¡Qué leche!, si prestan atención les contaré -como si fuera a mis padres- una noticia aparecida ayer en la prensa: "El Grupo Leche Pascual lanza al mercado una leche sin lactosa". En principio la noticia no parece muy "natural" porque abomina la leche de su etimología "lacteum", y porque la naturaleza provee a los enterocitos de los mamíferos una enzima, lactasa, para digerir la leche. Sería un drama nacer sin ella, pues es imprescindible para romper el enlace del disacárido lactosa -glucosa+galactosa-de la leche materna. Pero esto es lo que tienen los alimentos funcionales: que aunque es cierto que es dificil discernir entre lo natural y lo artificial, la nueva leche hará las delicias de, al menos, un 20% de burgaleses que son intolerantes a la lactosa (en el sur de España hasta el 40%). Es decir, el 80% de burgaleses toleramos la lactosa (si toleramos el frío, ¡cómo no vamos a tolerar la lactosa!). Pero esa tolerancia...¿es fruto del gen o de la cultura? ¿Existe un gen de la tolerancia de la lactosa?
Que sí que existe. Que radica en el cromosoma 2, y parece que es un ejemplo de relación entre genes y cultura. Normalmente la producción de lactasa disminuye, hasta desaparecer, con la edad adulta pero, en pueblos ganaderos del centro de Europa, hace unos 7.000 años, la presión selectiva favoreció la adaptación al entorno -consumir la leche de sus rebaños- mediante selección natural de este gen. Por este motivo, las poblaciones de los paises del centro de Europa, los llamados de la cultura "LinearbandKeramik" (cerámica de bandas) y algunas tribus africanas ganaderas, como los watutsi, se hicieron tolerantes a la lactosa.
La intolerancia a la lactosa ocasiona síntomas como gases y toxinas producidas por bacterias intestinales del intestino grueso. Actualmente, este problema se ve exacerbado porque muchos alimentos y bebidas también contienen lactosa.

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