
viernes, 28 de noviembre de 2014
NEUROCIENCIA Y FÚTBOL

Etiquetas:
Futbol,
Medicina,
Neurociencia
jueves, 27 de noviembre de 2014
¿CÓMO NOS ORIENTAMOS? GPS de SERIE

Etiquetas:
Científicos,
Geometría,
Medicina,
Neurociencia
martes, 18 de noviembre de 2014
THE BLACK SWAN. EL AZAR Y LA FALACIA NARRATIVA
Somos ingenuos pavos inductivistas que necesitamos de narraciones, de categorías, de simplificaciones… y esto nos hace vulnerables. El hombre maneja mal el azar pues banaliza lo que es frecuente y enfatiza lo que es raro. Además piensa mas en la causalidad que en la casualidad (la serendipia; vamos, la chiripa). Y es por eso que inventamos historias “a posteriori” para que los hechos tengan una causa. Pero el mundo –complejo- está lleno de incertidumbres y está impregnado de azar. El azar en matemáticas, en estadística, es predecible; en física manejamos sucesos determinísticos y estocásticos, en biología se estudian mutaciones o también simples asociaciones estadísticas (que no son factores de riesgo o causales). Pero un suceso que no sea predecible –que no pertenezca a la curva normal "mediocristán" sino a “extremistán”, nos dice Nassim Nicholas Taleb-, que sea altamente improbable, es un “cisne negro”(cygnus atratus). Además estos sucesos producen graves consecuencias –por ello es mejor precaverse de ellos mediante el pensamiento contrafactual, es decir, pensando en sus consecuencias mas que en su probabilidad de ocurrencia. Por último, a estos sucesos siempre buscamos una narración explicativa (11S, 11 M, Internet, el incendio del Yuso o el de Campofrío…). Porque la narración (el mito) es mas antigua que la filosofia y, como cuando se nos rompe un calcetín, enhebramos hechos e historias para ordenar la realidad, para dar sentido a los acontecimientos retrospectivamente.
Nuestro cerebro adquirió evolutivamente la capacidad de tomar decisiones rápidas con la mínima información. Información que cuesta adquirir, almacenar y procesar. Por eso el cerebro elige las historias, porque son mas fáciles de recordar y de vender.
En fin, que todos los hombres somos filósofos, porque tratamos con ideas o conceptos, pero esta semana en un ataque de hipersensibilidad filosófica me enfrasqué en una discusión epistolar sobre filosofía de la ciencia con mi hija Lara. Una hora estuvimos argumentando por Whatsapp sobre los métodos en economía –la ciencia lúgubre, le llegué a decir en el acaloramiento de la batalla dialéctica. Sí, porque nos dice que no hay nada gratis-. Le recordé que Nassim Nicholas Taleb, el autor de “The black swan”, critica a historiadores, sociólogos y economistas porque pecan de verificacionistas, porque creen que pueden predecir, porque sufren de esa imperiosa necesidad de buscar una explicación, de encontrar un patrón lógico en los hechos que estudian. Pero con estudios observacionales no pueden aspirar a explicar, a encontrar causas. Así que mas humildad intelectual Socrática, más modestia –le dije a mi hija. Y este asunto duele a científicos sociales como Hayek quien critica como cientifismo a ese exceso de confianza en los métodos de las ciencias naturales. Vamos, que mi hija me llamó petulante así, de sopetón, y por extensión a todos los de ciencias. Pero son honrados otros métodos de conocimiento –le dije- como el arte o la religión. Y las ciencias sociales pueden y deben utilizar el método científico en el estudio de los fenómenos sociales. Pero para ser científico no basta con observar o contar. Hace falta ser objetivo y plantear hipótesis que puedan ser falsadas pues si esto no es posible ocurre como con la religión, que quedarían fuera del ámbito de la ciencia. En demasiadas ocasiones quienes estudian la condición humana (la ciencia se define por el método no por el objeto de estudio) buscan con frecuencia causas, narraciones –con el riesgo de caer en la falacia narrativa- para buscar la etiqueta de “científico”, lo que les confiere prestigio o respetabilidad. Pero no basta con que los sociólogos o antropólogos redescubran que es inmoral vivir sin casa o que la segregación es mala para la integración escolar. Para influir en las políticas públicas hace falta demostrar que se obtienen peores notas en pruebas estandarizadas. No vale con decir a un juez o a un político que lean a Dickens, o a Weber. Por todo ello me ha resultado extraño esta semana leer en un medio a una antropóloga que preconiza que las ciencias sociales deben “interpretar” a la luz del método científico (cuando lo que la ciencia trata es de explicar), o que “es preciso hacer preguntas e imaginar la realidad”. Pero esto es el arte –diría Unamuno.
Etiquetas:
Científicos,
Epistemología,
Estadística,
Libros
domingo, 28 de septiembre de 2014
UN RELOJ DE SOL DE TRES CARAS


Etiquetas:
Arte y Ciencia,
Científicos,
Física,
Naturaleza
lunes, 15 de septiembre de 2014
EL YUSO SE HA QUEMADO



Etiquetas:
Bioetica,
Biología,
Naturaleza
martes, 20 de mayo de 2014
EL CHOPO DE LA ALAMEDILLA
Si prestan atención hoy les hablaré de un chopo, del chopo de la Alamedilla. El árbol pertenece a la Familia Salicaceae, con dos géneros: Populus (chopos o álamos) y Salix (sauces), y con muchas especies. Este chopo (Populus nigra) luce porte viril y temperamento robusto frente a la caseta del caminero de Santillán del Agua (Burgos). Tiene un fuste largo y recto de 1,20 metros de diámetro y mas de 60 años de edad. Traigo dos imágenes que lo sitúan en el centro de las fotografías. La una es en invierno, que es cuando nieva en nuestra tierra, aunque también nieva en este tiempo, en mayo, cuando las choperas nos amenazan con el fuego apasionado de sus pelusas blancas.
Este árbol machadiano, que posa al borde de la carretera junto al cartel del pueblo, es un maestro del viento pues compite con los pájaros y con el soniquete del agua del arroyo.
La verdad es que cuando desde la carretera divisas su figura y te vas acercando sientes el asombro de su altura majestuosa, de su pose vanidoso, su mirada altiva, como si estuviera silbando al cielo. Así es que el pasado domingo me pregunté por la talla de este buen mozo y sin dudarlo me puse manos a la obra. Solamente necesitaba un cartabón y medir los pasos que había desde el cruce del camino con la carretera, donde me encontraba, hasta el tronco: D= 96 metros. En el cartabón, que portaba con el brazo extendido, se divisaba la figura completa del chopo en 16 centímetros (h = 0,16 metros). Además, desde mis ojos al cartabón había 47 centímetros (d= 0,47 metros). En fín, que gracias a la semejanza de triángulos (H = h x D/d) acabé de tallar a nuestro protagonista. Si la geometría no miente el chopo de la Alamedilla debe de medir 32,5 metros.
jueves, 3 de abril de 2014
LIQUEN. ¿Por qué ser buenos?
El comportamiento altruista en las personas y en sociedades
animales es común pues pretende no ya la supervivencia del individuo sino de la
especie. “Ser buenos” se convierte en un incentivo como consecuencia de la
selección natural, de la misma forma que la higiene puede ser contemplada como
origen de la moral. Esforzarse en tener la vivienda limpia no solo minimiza el
riesgo de infecciones en ti, sino en la comunidad, y el beneficio para el actor
(el beneficio individual pasaría por el altruismo) sería mayor que su coste.
¡Otra manera de ver el “mutualismo”!
¿Cómo es el mutualismo en los seres vivos?
Las plantas tienen un ancestro común marino, las algas
verdes, con cloroplastos donde se efectúa la fotosíntesis. Los cloroplastos se
piensa que descienden de las cianobacterias por simbiosis, que es una fuente de
cambios evolutivos. Las algas verdes colonizaron la tierra hace 490 millones de
años (m.a.) y genes de los cloroplastos quedaron ya en las plantas. Primero las
gimnospermas (350 m.a.)
y después las angiospermas, con flores, (entre 140 y 65 m.a.) que, desde entonces,
han coevolucionado con insectos y pájaros.
Coevolucionar es interactuar, aunque solemos pensar que es el parásito el que evoluciona y el hospedador se hace tolerante. Pero ser tolerantes o virulentos no añade biodiversidad, aunque puede ayudar a cambios estables. De esta forma los humanos hemos coevolucionado con la microbiota intestinal. El mutualismo (gérmenes y hospedadores nos beneficiamos) es una forma de coevolución. También lo es la relación depredador-presa o la polinización.
Coevolucionar es interactuar, aunque solemos pensar que es el parásito el que evoluciona y el hospedador se hace tolerante. Pero ser tolerantes o virulentos no añade biodiversidad, aunque puede ayudar a cambios estables. De esta forma los humanos hemos coevolucionado con la microbiota intestinal. El mutualismo (gérmenes y hospedadores nos beneficiamos) es una forma de coevolución. También lo es la relación depredador-presa o la polinización.
Las bacterias pueden ser saprófitas, mutualistas, comensales
(relación neutra) o parásitas (patógenas). Algunos comensales como la E. coli o el Streptococo mitis
pueden pasar a patógenos ocasionando síndrome hemolítico o sepsis. Pero no hay
relación entre virulencia e infectividad pues los gérmenes suelen ser clonales,
especializados, poco diversos, aunque, en ocasiones, intercambian material
genético para conseguir ajustarse al medio mediante bacteriófagos intracromosómicos
o por plásmidos extracromosómicos.
Los hongos suelen tener un mutualismo obligado con las
plantas constituyendo las micorrizas, como la trufa, un hongo ascomiceto en
mutualismo con una planta como nogal, encina o roble.
Y, por último, el protagonista del post de hoy: un liquen. Lo
encontré cortando leña en el monte “El Yuso”. Se trata de un mutualismo entre
una planta (un alga) y un hongo, un ascomiceto. Estos líquenes permiten a ambos
superar las adversidades del ambiente: disponibilidad de agua y variaciones en
la temperatura. ¡Ah! Y son tan exquisitos como las trufas pues se usan en
perfumería. Aunque siempre en las relaciones de pareja alguien da más; en este
caso el alga se siente esclavizada por el hongo (helotalismo).
Suscribirse a:
Entradas (Atom)