jueves, 26 de mayo de 2016
EL ENGAÑO Y LA MENTIRA EN LA NATURALEZA
Una pregunta nos asalta…
¿Los machos somos capaces de hacer cualquier cosa por sexo?
La reproducción es un desafío para los seres vivos pues nuestra eficacia biológica se mide por la supervivencia y por la descendencia. Para ambos menesteres la vida utiliza una herramienta eficaz: el engaño.
Robert Trivers nos dice que la mentira es muy abundante en la vida y el autoengaño sería frecuente en los seres humanos pues no siendo conscientes de que nos engañamos podríamos más fácilmente engañar a los demás, como lo hacen otros seres sociales. Y nuestro cerebro, fruto de la evolución, para que no tenga contradicciones, se serviría de la fantasía para presentar cosas que no están y, asimismo, ocultar cosas que están. El engaño y la mentira se convertirían, así, en recursos evolutivos primordiales.
Ya dijo Darwin que algunos mamíferos tenían más éxito de apareamiento que otros pues la hembra busca recursos relevantes para la reproducción. Así que no me olvido de aquellas conductas de cortejo de las que alardeamos los buenos mamíferos: aún me veo allí pavoneándome de genes sanos ante mi pareja. Es verdad que quise presumir de fortaleza, pero ni logré saltar un arroyo, ni un seto, ni caminar sobre una balsa de basura sin hundirme. Pero aún a riesgo de mi supervivencia creo que aquello mereció la pena pues pude demostrar mi eficacia biológica: conseguí la descendencia.
Estas conductas de mentira, engaño y competencia no son exclusivas de mamíferos. La habilidad evolutiva del engaño se da tanto en las plantas como en los animales: los cecidios o agallas son una muestra de coevolución entre insectos y plantas. Plantas como las orquídeas, que asemejan sus pétalos a abejas hembra para seducir a los abejorros y convertirlos en polinizadores. En el Cretácico (142-65 m.a.) algunas angiospermas como las orquídeas (plantas con flores que procedían de gimnospermas), con su ilimitado potencial evolutivo, modificaron sus flores, el tamaño y la forma, el color y olor, para procurarse atractivas a los animales polinizadores. Ya Linneo había descrito este género “Orchis” (testículo) que utiliza el engaño para evitar la autofecundación y facilitar la fecundación cruzada. De esta forma, pájaros, murciélagos, escarabajos, mosquitos y abejorros son engañados con comida o con la promesa de encontrar pareja.
Las modalidades o estrategias de engaño que pueden utilizar las especies se resumen en tres. El mimetismo Batesiano o aposematismo, cuando los animales aparentan a otras especies más agresivas como el Torcecuellos que al verse atacado por mustéridos se hace pasar por una serpiente mediante ruidos y movimientos, o las mariposas, que expresan ocelos y llamativos colores para ahuyentar a depredadores, o moscas inofensivas que imitan a avispas así como la falsa serpiente coral o serpiente rey inofensiva pero que imita los colores de las corales venenosas. El mimetismo Mulleriano, cuando dos especies (ambas peligrosas) crean señales semejantes para indicar a depredadores que no deben ser comidas, como las rayas amarillas y negras de avispas, ofidios etc… Por último, la cripsis o camuflaje, como ese tritón que se confunde con los musgos, la mantis orchidea (una maestra del camuflaje y la emboscada), el camaleón, el búho, los fásmidos como el insecto palo, la flor pasionaria, que tiene flores similares a los huevos de la mariposa Heliconius para señalarle que allí no ponga más huevos y, además, produce azúcares que atraen a hormigas, y el pulpo. Y las especies pueden utilizar más de una estrategia conjuntamente.
¡Y en esto consiste la vida! En transmitir genes y asegurar la siguiente generación.
Entonces, ¿de qué ventajas disfrutan las especies sexuales, aquellas con dimorfismo sexual, como los mamíferos?
Pues de que disponen de más variabilidad, flexibilidad y plasticidad para transmitir genes y afrontar cambios ambientales. También se vería favorecida la eliminación de mutaciones deletéreas pues, aunque la selección natural trabaja en individuos, los beneficios se aplican a las especies.
Pájaros y mamíferos suelen ser más grandes, fuertes y coloreados, como los pavos reales y los ciervos, que ejercen su atracción con su “sex-appeal”. Aún a riesgo de su supervivencia son formas de selección sexual. Los mamíferos machos suelen tender a la poligamia (pues no son imprescindibles para la prole), aunque la monogamia se vería favorecida si la supervivencia de los más jóvenes aumentase por el cuidado de ambos padres.
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