miércoles, 10 de octubre de 2018
CARMELO RUIZ COSÍN. HUELLA DE LA EPIDEMIOLOGÍA EN CASTILLA Y LEÓN
Dicen que una imagen vale más que cien palabras… ¡Humm…! Carmelo, aquí va una imagen y más de cien palabras como homenaje de tus compañeros, pues te lo mereces. Te fuiste el pasado 5 de septiembre y lo hiciste como las buenas gentes, de forma anónima, humilde e inmutable. Y como hombre de esta tierra eras austero, irónico, socarrón unas veces y fatalista otras.
Y te recuerdo en imágenes y palabras como cuando me saludabas con aquel “honrado labriego…”, o cuando nos recordabas aquello de “la cabeza aguanta lo que aguanta el culo”, o nos decías aquello de que “tontos y malvados son dos lujos incompatibles”. Sí, llamabas a las cosas por su nombre y recuerdo tus gestos: asentías con un movimiento de cabeza, te subías las gafas con la mano y carraspeabas… ¡Silencio! También recuerdo los tiempos amargos a partir de 2008 - nos decías que habías pasado a una sinecura en el Servicio Territorial de Sanidad de Valladolid.
Pero honrados nos sentimos quienes hemos trabajado contigo y te consideramos el artífice de la epidemiología y el referente de la salud pública basada en la evidencia en la comunidad de Castilla y León.
Otros son seducidos por los halagos de la vanidad, pero tú eras como las gramíneas, las proletarias del reino vegetal –que diría Azorín-, humilde, laborioso y resignado. Jamás pretendiste una paternidad honoraria en tus artículos científicos pues desde el primer plan de salud de la comunidad fuiste pionero en los campos más relevantes de la salud pública: el programa de vacunación y la primera encuesta de seroprevalencia, programas de educación para la salud, coordinación autonómica del sida, erradicación de la poliomielitis, control de enfermedades transmitidas por alimentos y tu contribución a la Red Centinela Sanitaria, hoy referente mundial en la vigilancia de la gripe… Y sabías lo que olvidan los políticos: que la formación es la clave para el buen gobierno de la Administración Sanitaria. Por ello nos animabas a formarnos y a enseñar, hasta el punto de suscitar la envidia en otros colectivos por la autonomía e iniciativa que los profesionales de la epidemiología tomábamos en los cursos de formación continuada.
En fin, que quienes nos dedicamos a la epidemiología en esta bendita tierra nos vamos quedando desolados, fríos y despoblados como tus queridos campos de Gómara. Perdimos a José Angel y ahora a tí. Y hemos comprobado que la vida y el talento es el principal factor de riesgo de muerte para unos médicos sin bata y sin corbata como vosotros. El cruel árbitro de la vida nos ha expulsado a los mejores jugadores del equipo. Carmelo, termino con un calambur que siempre nos decía mi madre: “las obras se hacen de las sobras”. Y a ti lo que te sobraba era generosidad, laboriosidad y profesionalidad. Las grandes obras han venido del silencio. Nosotros seguimos en el partido y no te olvidamos.
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Científicos,
Epidemiología
martes, 4 de septiembre de 2018
FUTBOL SOLIDARIO. UN EQUIPO DE PRIMERA EN ETIOPÍA
Las zamarras en mi infancia no llevaban la publicidad pop ochentera y noventera. Pensar en una camisola "canarinha" que llevase tu nombre y el número de tu jugador favorito (Sócrates en mi caso)no dejaba de ser una quimera. El fútbol de antaño, rural, sudoroso, entusiasta -que diría Delibes- era ingénuo y rudo y tenía una roca por balón cuando llovía pues el cuero se emborrachaba en las eras a pesar del sebo con el que lo acariciábamos. Y los jugadores con "mas mollera" del equipo eran quienes decidían en el juego aéreo.
El fútbol no deja de ser una analogía de la vida con un final impredecible y toda una lección ética (individual) y de moral (colectiva). También el fútbol es una analogía de la literatura donde cabe la poesía (gol), la épica, el drama... También cabe la irracionalidad y la pasión pues ya dije que el balón es la superficie más pequeña que encierra más sueños. Y por pertenencia, uno es del equipo de su pueblo, el C.D. QUINTANILLA DEL AGUA, y del BURGOS C.F., el equipo de su provincia, y del Real Madrid - epítome de campeón, de remontadas, de sueños...- pues las hazañas las tengo grabadas en blanco y negro. Y porque el paisaje de mi infancia está invadido de chicos, de bicis y de balones de fútbol (a veces llenos de cotones, cuerdas y virutas), éste se asemeja al de África. Y por eso este verano, en un ataque de nostalgia y solidaridad, el CD Quintanilla del Agua envió sus zamarras más antiguas a Etiopía. Pero ya son noventeras pues llevan publicidad: "Valver Auto" lucen en el frente. Las primeras camisolas del equipo fueron blancas con cuellos y cordones y pantalón azul (las más baratas y fáciles de teñir). Las enviamos a una misión católica comboniana, al equipo MAKANE HARO-WATO, a 400 kms. de Adis Abeba, para que vivan nuevos sueños después de haberse batido en épicas batallas por los pueblos en el torneo de la Diputación de Burgos han pasado a vestir nuevos sueños en el torneo de la Amistad y de la Unidad en julio de 2018 en Etiopía. Nos dijo el comboniano P. Ramón Navarro que en junio hubo conflictos y violencia en la zona por motivos raciniales y y que John Hammond, el encargado de deportes en la misión, en cuanto vio nuestro envío de zamarras se apresuró a organizar un cuadrangular que contribuyó a la unidad y solidaridad en la zona. Un modesto equipo ha demostrado genio, fuerza y clase, como cuando David venció a Goliat. Y ha ayudado a estos jóvenes a socializarse, a liberar pasiones, a aceptarse. El fútbol, como la ciencia, es universal en paz o en guerra, en Europa o en África. Es una medicina de masas, es sencillo y con pocas reglas -dice Maria Carmen Izquierdo- ayuda a identificarnos y solo se necesita un balón y un espacio. Sin duda el CD Quintanilla del Agua es solidario y un "Equipo de primera".
miércoles, 17 de enero de 2018
HOMENAJE A LA DOCTORA CHARO EN SAN JUAN DEL MONTE
EL RINCÓN DE CHARO
¡El tiempo cura! Mmmmm…. No sé… ¡Quien de verdad curaba y se entregaba a sus pacientes era Charo!
Al menos el tiempo es un buen autor, pues encuentra finales felices -debieron pensar su hijo y Germán, su esposo-. La jornada del sábado 14 de octubre de 2017 en San Juan del Monte debió llenarles de alegría e íntima satisfacción al saber que los servicios que la Doctora Charo había prestado a sus pacientes, con entusiasmo y desvelos, se veían correspondidos por los vecinos con un singular jardín, umbrío y recoleto, que lleva su nombre: “El rincón de Charo”. Con un sol radiante y ambiente cálido, las gentes de San Juan, francos y cordiales, me confesaron la hospitalidad, la vocación, la entrega y la humanidad que signaron el ejercicio profesional de la Doctora Charo.
La más discreta cualidad, pero la más grande, con que la naturaleza favoreció a Charo fue su humildad y el amor a la familia –dijo su hermano, el sacerdote oficiante, quien pidió una oración por ella a los asistentes a la Eucaristía-.
Y en aquel rincón de la provincia, hombres recios, de piel atezada como Félix, me confesaron que Charo había sido una bendición cuando atendió a sus familiares; vamos, una samaritana para los vecinos, merecedora sin duda de aquel riguroso y cabal acontecimiento al que asistimos familiares, vecinos, amigos y colegas.
Y el reloj sombrío que mide indiferente las horas tristes con su tic tac metálico se había parado para siempre. Ni acerbo ni punzante –diría nuestro poeta y colega Carlos de las Heras- no hay un solo adjetivo que mitigue la ausencia de Charo. No, el tiempo no cura, pero sabemos que cuando el reloj se detiene, para quienes aman, el tiempo es eternidad. Charo estará siempre en nuestra memoria.
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