Si prestas atención te contaré si los hombres podemos enamorarnos de mujeres mecánicas, o las mujeres de androides. Ya sabemos que somos diferentes, afortunadamente, pues en lo que debemos ser iguales es en derechos, no en lo biológico. ¿Nos enamoraríamos de un software dulce y blando, o de un hardware macizo al que tocar?
Esta idea, la de enamorarse de un software, acaba de estrenarse en el cine con la película “Her”. Otra idea, no tan romántica, de mujer como robot (bot) maligno ya fue llevada a la gran pantalla por Fritz Lang en Metrópolis. Pero se dice que los hombres somos de Marte –el dios de la guerra en la mitología romana, que recordamos cada año con el canto de las marzas-, y las mujeres de Venus. Así que desconozco si la respuesta es diferente en ambos sexos.
Esta idea, la de enamorarse de un software, acaba de estrenarse en el cine con la película “Her”. Otra idea, no tan romántica, de mujer como robot (bot) maligno ya fue llevada a la gran pantalla por Fritz Lang en Metrópolis. Pero se dice que los hombres somos de Marte –el dios de la guerra en la mitología romana, que recordamos cada año con el canto de las marzas-, y las mujeres de Venus. Así que desconozco si la respuesta es diferente en ambos sexos.
En realidad a lo que aludimos y de lo que estamos hablando es de Pigmalión, aquél mito del artista quien, imposibilitado de encontrar la mujer perfecta, se enamora de su propia escultura.
La primera experiencia en ver cualidades humanas en las máquinas fue con ELIZA, un programa con voz femenina que simulaba a una psicoterapeuta y que fue creado por Weizenbaum en 1966. Y en la actualidad disfrutamos de la exitosa serie The Big Bang Theory donde podemos ver a Rajesh ligando con “Siri”, la voz de su computador Apple.
Lo cierto es que Theodore (Her), un escritor que se acaba de separar, se rinde a los encantos de Samantha, el dulce sistema operativo de su ordenador que le cautiva con la voz seductora de Scarlett Johansson en la versión original. En las postrimerías del film Theodore, celoso, le dice a Samantha lo que cualquier “humano” le diría a una mujer, “o eres mía o no eres mía”; a esto Samantha le responde: “soy tuya y no soy tuya” pues le terminó confesando que mantenía relaciones con 681 hombres a la vez.
Fue Alan Turing (1912-1954), aquél que descifró el código ENIGMA de los nazis, a quien se le atribuye este otro enigma ¿Pueden pensar las máquinas? ¿Es la mente un computador? Este fue el título de una conferencia impartida en la Universidad de Burgos por el Catedrático de Filosofía Dr. Pedro Chacón. Vino a decir que autores como Putman y Fodor defendieron tesis funcionalistas o computacionales de la mente. Vamos, que actuaría como un software ejecutando funciones independientemente de si el hardware era un cuerpo humano o baquelita. Defendían que los seres racionales eran quienes compartían ese software.
Pero… ¿Qué pasaba con las sensaciones, las percepciones, los sentimientos, la consciencia (sentir que existes, sentir la realidad de uno y de los otros, “tener conocimiento de…”).
Otros autores como Jhon Searle nos hablan de la naturaleza de los estados mentales para decirnos que lo que necesitamos es SEMÁNTICA, significados y no sintaxis. El software (la máquina) emularía la mente pero no superaría el dualismo cartesiano (mente-cuerpo) por muy rápido que fuera. En fin, que Samantha no sería una mujer por muy capaz de ligar con 681 hombres a la vez.