sábado, 20 de diciembre de 2014
MASCOTAS Y VITAMINA C
A diferencia de perros, gatos, reptiles y aves antiguas, algunos peces, aves, las mascotas “guinea pig” y los humanos hemos perdido la capacidad de sintetizar vitamina C. Hemos silenciado el gen que codifica la enzima oxidasa gulonolactona y, por lo tanto, no formaremos adecuadamente el colágeno a no ser que incorporemos el ácido ascórbico a la dieta mediante frutas y vegetales.
Es posible que esta falta de capacidad de síntesis active proteínas relacionadas con el estrés que servirían de sensores nutricionales. Así, si no queremos padecer escorbuto –enfermedad carencial que presenta hemorragias, encías alteradas y caída de pelo- deberemos ingerir este ácido ascórbico (C6H8O6), vitamina con gran poder antioxidante que incrementa la salud y la longevidad.
El escaramujo, ese fruto ovoide y rojo del rosal silvestre –vulgarmente conocido como “tapaculos”- contiene altas concentraciones de vitamina C. El zumo de escaramujos fue la principal fuente de vitamina C para los soldados de la primera guerra mundial.
martes, 2 de diciembre de 2014
BURGOS CON EÑE
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viernes, 28 de noviembre de 2014
NEUROCIENCIA Y FÚTBOL
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jueves, 27 de noviembre de 2014
¿CÓMO NOS ORIENTAMOS? GPS de SERIE
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martes, 18 de noviembre de 2014
THE BLACK SWAN. EL AZAR Y LA FALACIA NARRATIVA
Somos ingenuos pavos inductivistas que necesitamos de narraciones, de categorías, de simplificaciones… y esto nos hace vulnerables. El hombre maneja mal el azar pues banaliza lo que es frecuente y enfatiza lo que es raro. Además piensa mas en la causalidad que en la casualidad (la serendipia; vamos, la chiripa). Y es por eso que inventamos historias “a posteriori” para que los hechos tengan una causa. Pero el mundo –complejo- está lleno de incertidumbres y está impregnado de azar. El azar en matemáticas, en estadística, es predecible; en física manejamos sucesos determinísticos y estocásticos, en biología se estudian mutaciones o también simples asociaciones estadísticas (que no son factores de riesgo o causales). Pero un suceso que no sea predecible –que no pertenezca a la curva normal "mediocristán" sino a “extremistán”, nos dice Nassim Nicholas Taleb-, que sea altamente improbable, es un “cisne negro”(cygnus atratus). Además estos sucesos producen graves consecuencias –por ello es mejor precaverse de ellos mediante el pensamiento contrafactual, es decir, pensando en sus consecuencias mas que en su probabilidad de ocurrencia. Por último, a estos sucesos siempre buscamos una narración explicativa (11S, 11 M, Internet, el incendio del Yuso o el de Campofrío…). Porque la narración (el mito) es mas antigua que la filosofia y, como cuando se nos rompe un calcetín, enhebramos hechos e historias para ordenar la realidad, para dar sentido a los acontecimientos retrospectivamente.
Nuestro cerebro adquirió evolutivamente la capacidad de tomar decisiones rápidas con la mínima información. Información que cuesta adquirir, almacenar y procesar. Por eso el cerebro elige las historias, porque son mas fáciles de recordar y de vender.
En fin, que todos los hombres somos filósofos, porque tratamos con ideas o conceptos, pero esta semana en un ataque de hipersensibilidad filosófica me enfrasqué en una discusión epistolar sobre filosofía de la ciencia con mi hija Lara. Una hora estuvimos argumentando por Whatsapp sobre los métodos en economía –la ciencia lúgubre, le llegué a decir en el acaloramiento de la batalla dialéctica. Sí, porque nos dice que no hay nada gratis-. Le recordé que Nassim Nicholas Taleb, el autor de “The black swan”, critica a historiadores, sociólogos y economistas porque pecan de verificacionistas, porque creen que pueden predecir, porque sufren de esa imperiosa necesidad de buscar una explicación, de encontrar un patrón lógico en los hechos que estudian. Pero con estudios observacionales no pueden aspirar a explicar, a encontrar causas. Así que mas humildad intelectual Socrática, más modestia –le dije a mi hija. Y este asunto duele a científicos sociales como Hayek quien critica como cientifismo a ese exceso de confianza en los métodos de las ciencias naturales. Vamos, que mi hija me llamó petulante así, de sopetón, y por extensión a todos los de ciencias. Pero son honrados otros métodos de conocimiento –le dije- como el arte o la religión. Y las ciencias sociales pueden y deben utilizar el método científico en el estudio de los fenómenos sociales. Pero para ser científico no basta con observar o contar. Hace falta ser objetivo y plantear hipótesis que puedan ser falsadas pues si esto no es posible ocurre como con la religión, que quedarían fuera del ámbito de la ciencia. En demasiadas ocasiones quienes estudian la condición humana (la ciencia se define por el método no por el objeto de estudio) buscan con frecuencia causas, narraciones –con el riesgo de caer en la falacia narrativa- para buscar la etiqueta de “científico”, lo que les confiere prestigio o respetabilidad. Pero no basta con que los sociólogos o antropólogos redescubran que es inmoral vivir sin casa o que la segregación es mala para la integración escolar. Para influir en las políticas públicas hace falta demostrar que se obtienen peores notas en pruebas estandarizadas. No vale con decir a un juez o a un político que lean a Dickens, o a Weber. Por todo ello me ha resultado extraño esta semana leer en un medio a una antropóloga que preconiza que las ciencias sociales deben “interpretar” a la luz del método científico (cuando lo que la ciencia trata es de explicar), o que “es preciso hacer preguntas e imaginar la realidad”. Pero esto es el arte –diría Unamuno.
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domingo, 28 de septiembre de 2014
UN RELOJ DE SOL DE TRES CARAS
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lunes, 15 de septiembre de 2014
EL YUSO SE HA QUEMADO
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martes, 20 de mayo de 2014
EL CHOPO DE LA ALAMEDILLA
Si prestan atención hoy les hablaré de un chopo, del chopo de la Alamedilla. El árbol pertenece a la Familia Salicaceae, con dos géneros: Populus (chopos o álamos) y Salix (sauces), y con muchas especies. Este chopo (Populus nigra) luce porte viril y temperamento robusto frente a la caseta del caminero de Santillán del Agua (Burgos). Tiene un fuste largo y recto de 1,20 metros de diámetro y mas de 60 años de edad. Traigo dos imágenes que lo sitúan en el centro de las fotografías. La una es en invierno, que es cuando nieva en nuestra tierra, aunque también nieva en este tiempo, en mayo, cuando las choperas nos amenazan con el fuego apasionado de sus pelusas blancas.
Este árbol machadiano, que posa al borde de la carretera junto al cartel del pueblo, es un maestro del viento pues compite con los pájaros y con el soniquete del agua del arroyo.
La verdad es que cuando desde la carretera divisas su figura y te vas acercando sientes el asombro de su altura majestuosa, de su pose vanidoso, su mirada altiva, como si estuviera silbando al cielo. Así es que el pasado domingo me pregunté por la talla de este buen mozo y sin dudarlo me puse manos a la obra. Solamente necesitaba un cartabón y medir los pasos que había desde el cruce del camino con la carretera, donde me encontraba, hasta el tronco: D= 96 metros. En el cartabón, que portaba con el brazo extendido, se divisaba la figura completa del chopo en 16 centímetros (h = 0,16 metros). Además, desde mis ojos al cartabón había 47 centímetros (d= 0,47 metros). En fín, que gracias a la semejanza de triángulos (H = h x D/d) acabé de tallar a nuestro protagonista. Si la geometría no miente el chopo de la Alamedilla debe de medir 32,5 metros.
jueves, 3 de abril de 2014
LIQUEN. ¿Por qué ser buenos?
El comportamiento altruista en las personas y en sociedades
animales es común pues pretende no ya la supervivencia del individuo sino de la
especie. “Ser buenos” se convierte en un incentivo como consecuencia de la
selección natural, de la misma forma que la higiene puede ser contemplada como
origen de la moral. Esforzarse en tener la vivienda limpia no solo minimiza el
riesgo de infecciones en ti, sino en la comunidad, y el beneficio para el actor
(el beneficio individual pasaría por el altruismo) sería mayor que su coste.
¡Otra manera de ver el “mutualismo”!
¿Cómo es el mutualismo en los seres vivos?
Las plantas tienen un ancestro común marino, las algas
verdes, con cloroplastos donde se efectúa la fotosíntesis. Los cloroplastos se
piensa que descienden de las cianobacterias por simbiosis, que es una fuente de
cambios evolutivos. Las algas verdes colonizaron la tierra hace 490 millones de
años (m.a.) y genes de los cloroplastos quedaron ya en las plantas. Primero las
gimnospermas (350 m.a.)
y después las angiospermas, con flores, (entre 140 y 65 m.a.) que, desde entonces,
han coevolucionado con insectos y pájaros.
Coevolucionar es interactuar, aunque solemos pensar que es el parásito el que evoluciona y el hospedador se hace tolerante. Pero ser tolerantes o virulentos no añade biodiversidad, aunque puede ayudar a cambios estables. De esta forma los humanos hemos coevolucionado con la microbiota intestinal. El mutualismo (gérmenes y hospedadores nos beneficiamos) es una forma de coevolución. También lo es la relación depredador-presa o la polinización.
Coevolucionar es interactuar, aunque solemos pensar que es el parásito el que evoluciona y el hospedador se hace tolerante. Pero ser tolerantes o virulentos no añade biodiversidad, aunque puede ayudar a cambios estables. De esta forma los humanos hemos coevolucionado con la microbiota intestinal. El mutualismo (gérmenes y hospedadores nos beneficiamos) es una forma de coevolución. También lo es la relación depredador-presa o la polinización.
Las bacterias pueden ser saprófitas, mutualistas, comensales
(relación neutra) o parásitas (patógenas). Algunos comensales como la E. coli o el Streptococo mitis
pueden pasar a patógenos ocasionando síndrome hemolítico o sepsis. Pero no hay
relación entre virulencia e infectividad pues los gérmenes suelen ser clonales,
especializados, poco diversos, aunque, en ocasiones, intercambian material
genético para conseguir ajustarse al medio mediante bacteriófagos intracromosómicos
o por plásmidos extracromosómicos.
Los hongos suelen tener un mutualismo obligado con las
plantas constituyendo las micorrizas, como la trufa, un hongo ascomiceto en
mutualismo con una planta como nogal, encina o roble.
Y, por último, el protagonista del post de hoy: un liquen. Lo
encontré cortando leña en el monte “El Yuso”. Se trata de un mutualismo entre
una planta (un alga) y un hongo, un ascomiceto. Estos líquenes permiten a ambos
superar las adversidades del ambiente: disponibilidad de agua y variaciones en
la temperatura. ¡Ah! Y son tan exquisitos como las trufas pues se usan en
perfumería. Aunque siempre en las relaciones de pareja alguien da más; en este
caso el alga se siente esclavizada por el hongo (helotalismo).
jueves, 6 de marzo de 2014
HER. ¿Pueden pensar las máquinas?
Si prestas atención te contaré si los hombres podemos enamorarnos de mujeres mecánicas, o las mujeres de androides. Ya sabemos que somos diferentes, afortunadamente, pues en lo que debemos ser iguales es en derechos, no en lo biológico. ¿Nos enamoraríamos de un software dulce y blando, o de un hardware macizo al que tocar?
Esta idea, la de enamorarse de un software, acaba de estrenarse en el cine con la película “Her”. Otra idea, no tan romántica, de mujer como robot (bot) maligno ya fue llevada a la gran pantalla por Fritz Lang en Metrópolis. Pero se dice que los hombres somos de Marte –el dios de la guerra en la mitología romana, que recordamos cada año con el canto de las marzas-, y las mujeres de Venus. Así que desconozco si la respuesta es diferente en ambos sexos.
Esta idea, la de enamorarse de un software, acaba de estrenarse en el cine con la película “Her”. Otra idea, no tan romántica, de mujer como robot (bot) maligno ya fue llevada a la gran pantalla por Fritz Lang en Metrópolis. Pero se dice que los hombres somos de Marte –el dios de la guerra en la mitología romana, que recordamos cada año con el canto de las marzas-, y las mujeres de Venus. Así que desconozco si la respuesta es diferente en ambos sexos.
En realidad a lo que aludimos y de lo que estamos hablando es de Pigmalión, aquél mito del artista quien, imposibilitado de encontrar la mujer perfecta, se enamora de su propia escultura.
La primera experiencia en ver cualidades humanas en las máquinas fue con ELIZA, un programa con voz femenina que simulaba a una psicoterapeuta y que fue creado por Weizenbaum en 1966. Y en la actualidad disfrutamos de la exitosa serie The Big Bang Theory donde podemos ver a Rajesh ligando con “Siri”, la voz de su computador Apple.
Lo cierto es que Theodore (Her), un escritor que se acaba de separar, se rinde a los encantos de Samantha, el dulce sistema operativo de su ordenador que le cautiva con la voz seductora de Scarlett Johansson en la versión original. En las postrimerías del film Theodore, celoso, le dice a Samantha lo que cualquier “humano” le diría a una mujer, “o eres mía o no eres mía”; a esto Samantha le responde: “soy tuya y no soy tuya” pues le terminó confesando que mantenía relaciones con 681 hombres a la vez.
Fue Alan Turing (1912-1954), aquél que descifró el código ENIGMA de los nazis, a quien se le atribuye este otro enigma ¿Pueden pensar las máquinas? ¿Es la mente un computador? Este fue el título de una conferencia impartida en la Universidad de Burgos por el Catedrático de Filosofía Dr. Pedro Chacón. Vino a decir que autores como Putman y Fodor defendieron tesis funcionalistas o computacionales de la mente. Vamos, que actuaría como un software ejecutando funciones independientemente de si el hardware era un cuerpo humano o baquelita. Defendían que los seres racionales eran quienes compartían ese software.
Pero… ¿Qué pasaba con las sensaciones, las percepciones, los sentimientos, la consciencia (sentir que existes, sentir la realidad de uno y de los otros, “tener conocimiento de…”).
Otros autores como Jhon Searle nos hablan de la naturaleza de los estados mentales para decirnos que lo que necesitamos es SEMÁNTICA, significados y no sintaxis. El software (la máquina) emularía la mente pero no superaría el dualismo cartesiano (mente-cuerpo) por muy rápido que fuera. En fin, que Samantha no sería una mujer por muy capaz de ligar con 681 hombres a la vez.
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viernes, 28 de febrero de 2014
DOCTOR: AMOR POR LA SABIDURÍA
En España ser doctor es cada vez mas popular pues uno de cada 600 habitantes somos doctores. En total unas 83.000 personas hemos alcanzado el más alto título universitario. En inglés a los doctores se les denomina PhD, doctores en filosofía, o lo que es lo mismo: "que sienten amor por la sabiduría". Y la mayoría no guarda relación con la medicina, aunque éste no es mi caso. Es decir, que a mi me ha tocado ser el doctor (MD) de mi pueblo (En la fotografía en la que aparezco junto a mi hermano Félix, aquella que nos hizo "el Hermoso" para el nostálgico banderín de la escuela, ya apuntaba maneras con los libros) . Esto es lo que dice la Encuesta del INE sobre Recursos Humanos en Ciencia y Tecnología. También nos dice que el 35% trabajamos en la Administración y el 43% como profesores. Y que, únicamente, el 15% trabajan en la empresa privada. En mi caso he tenido la suerte de alcanzar este título y pertenecer a ese 7% de doctores que sus padres no tenían estudios y a ese 4% de doctores que estudiaron el Bachillerato en un Instituto Público (Instituto Conde Diego Porcelos de Burgos).
Quizá se necesite un mayor reconocimiento social para quienes emprendimos esa aventura personal y solitaria de crecer profesionalmente replanteándonos todo cuanto sabemos, desconfiando de lo establecido y aprendiendo de los errores.
Ser médico exige que, además de ser profesional –ético por excelencia, que cuida-, ser un científico, tener actitud crítica, de sano escepticismo, que haga válida aquel díctum de la Royal Society: “Nullius in verba” (en boca de nadie). Debe el médico desterrar sofismas como el de autoridad, que significa creer en alguien por la solvencia de la fuente. Tenemos que reconocer dudas y desterrar falacias sabiendo que esto no va a mermar nuestra autoridad; por el contrario la acrecienta como decían Skrabanek y McCormick. Así es que se nos exige ser científicos y humanistas, conocedores de la psicología, de la cambiante complejidad de las técnicas diagnósticas y de la farmacopea, en un ámbito en continua especialización con delimitación de competencias y tendente a trabajar de forma interdisciplinaria. ¡Uff...!
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sábado, 15 de febrero de 2014
AMOR, CIENCIA Y CULTURA
Lo confieso: he celebrado el día de los enamorados.
Sí, como un friki. Impelido por esa necesidad de enseñar cultura científica, de dar luz a las gentes, de explicar el mundo. Porque de amor se trata y no fue San Valentín quien lo dijo, sino Einstein: "al principio todo el conocimiento está puesto en el amor; después, todo el amor está puesto en el conocimiento". También lo dijo Anton Chéjov, quien aseguró que había mas amor al hombre en la electricidad que en la castidad. Así que nuestro día de los enamorados tiene como referente a Minerva, la diosa romana de las ciencias y las artes. Hija de Júpiter es la diosa del conocimiento y de la virtud. La podemos ver en un cuadro de Ignaz Stern (1679-1748) que recién visitó Burgos para posarse en la Casa del Cordón. En el cuadro la diosa posa con las musas de la pintura, la escultura y la arquitectura.
La ciencia es ese camino humilde que nos conduce a una vida mas amable. Pero son los científicos quienes han despertado el interés de la sociedad por esa gran empresa cultural de la humanidad.
Y tengo que hacer otra confesión: que no hay cultura, ni científica ni de la otra; y ya saben que sin ciencia no hay futuro... Si no creen lo que les digo lean lo que me sucedió el pasado domingo. Dos jóvenes turistas me abordaron en el edificio de correos de Burgos con una guía entre las manos. Justo en ese momento se celebraba el cross de San Lesmes y desfilaba ante nosotros un hormiguero colorido de abnegados corredores ahogados en un lago de silencio, roto tan solo por el volteo de zancadas jadeantes. Mi mente estaba disputando la carrera cuando, de sopetón...
- Señor, señor ¿El Mio Cid? - me inquirieron. - ¿Un restaurante? - interpelé
- No, no. Nos han dicho que es interesante ver en Burgos la escultura del Mio Cid.
- Pero... el Mio Cid es un poema y no está en Burgos -exclamé, afanado en dar luz a las gentes-. Me imagino que lo que queréis ver es la estatua del Cid. Allá está, al otro lado del puente. ¿La véis?
Ya puesto en la tarea de ayudar a las gentes a tomar decisiones informadas les sugerí que no dejaran de visitar a otro héroe burgalés, Miguelón -no el ciclista, precisé-, que vivía en una casa de grandes cristaleras que tenían al otro lado de la calle.
Y hablando de héroes; el joven químico Luis Moreno, de la Universidad Complutense de Madrid, visitó el pasado jueves la Universidad de Burgos empeñado en esta misma empresa de divulgar la ciencia. Discípulo de Bernardo Herradón es autor del blog "ehfdquimica". Nos vino a decir que un científico es un apasionado con tres misiones: investigar(desarrollo), enseñar y divulgar (d al cubo). Que lo primero es saber y, después, saber enseñar. Un aviso para aquellos con quienes debemos colaborar: periodistas y pedagogos.
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