domingo, 29 de diciembre de 2013

BREVE ANATOMÍA HUMANA EN NAVIDAD

A un seminarista le preguntaron en el exámen ¿Qué es el hombre? Él respondió: "un animal"... Y, tras pensar un poco, agregó: "pero... racional". Los instruidos examinadores convinieron solo con la segunda mitad de la respuesta... Así comienza un cuento de Chéjov que estoy leyendo estas navidades. Sigue con..."la cabeza la tiene cada uno, pero no cada uno la necesita. ¿Y la lengua? Siguiendo a Cicerón nos dice que es la enemiga del hombre y la amiga del diablo y de las mujeres... El discurso sobre el cuerpo del hombre y su naturaleza ha sido objeto de todo tipo de analogías:los zoomorfos pueblan las iglesias románicas, gárgolas las góticas, con el Renacimiento hasta la arquitectura se humaniza. Luis Lobera representará el cuerpo como un alcazar, con ojos como atalayas, la boca como un molino y la lengua como una vieja. Y como yo soy un alegre melancólico, que diría un chejoviano -valga el oximorón-, amo la vida y huyo de todo subjetivismo. El cuento viene al caso porque leí, este día de Nochebuena, que un miembro de un grupo defensor de los animales había denunciado al Ayuntamiento de Burgos por montar un Belén viviente. ¡Vaya, como en mi pueblo, que ya va para 20 años que lo venimos celebrando! -me dije-. El asunto trata del maltrato al que se somete al burro, a los corderos y a unas gallinas, todos figurantes en el Portal, pues se les denigra a un papel decorativo (sic). Y como soy médico, iniciado en el secreto del pecado humano, estoy convencido de que no hay literatura que supere el cinismo de la vida real. Y es que en este siglo vamos a afrontar retos que no van a solucionarse con clichés ni con ideologías: el futuro está abierto -nos dice Popper- y tenemos la responsabilidad de hacerlo mejor con libertad y con ciencia. No será con una actitud pánfila como resolvamos los problemas, ni con utopismo vácuo ni falacias naturales, ni con progresismo -esa ideología panfletaria e ilustrada del romanticismo que nos piensa llevar a hacia un progreso humanista, ni con la falacia de la autoridad, ni con la idea fuerza de la igualdad -será igualdad de oportunidades, no de sexos, de cuotas o de derechos de los animales...-, ni con la democracia sagrada, ni con la cultura como teología secular, ni con un modelo platónico del mundo que tropieza en la falacia narrativa, aquella que no quiere ver cisnes negros entre quienes nos describen la realidad. Así que no sé qué es peor: que el asunto vaya contra el Belén por un fanatismo indocto -¡burro, es el símbolo, el caracter público del Belén, no las creencias privadas de las gentes particulares!- o bien, por otra parte, no sé si se trataría de un asunto de isovalencia. ¿Son iguales los derechos de los hombres que los de los animales? ¿Defendemos una ética antrópica o anantrópica? Acaso... ¿vamos hacia una biozooética? (El filósofo Gustavo Bueno nos recuerda a aquel nazi que dijo:"nosotros los alemanes somos los únicos del mundo que tratamos con corrección a los animales".) ¿Son, acaso, iguales los derechos de los hombres que los de los pueblos? Pero hoy se usa la lengua y el ecologismo biocentrista como arma política y parece rentable. Para los defensores de los animales y de la vida -así, en general- la vida humana no es el centro de la biosfera sino la plaga de una especie -la humana- que prolifera en detrimento de otras. El antropocentrismo del hombre no tiene por qué ir contra otros derechos.¡Es mas, creo que quieren que yo muera! Sí, como una bestia, como un burro o un cordero. Pero desconocen que los hombres no morimos, sino que fallecemos.